sábado, 14 de enero de 2012

EL LATÍN MACARRÓNICO DE UGO ENRICO PAOLI (I): NATURALEZA DEL HÍBRIDO MACARRÓNICO


Insigne latinista y editor de textos macarrónicos, así como estudioso de su gramática y prosodia, Ugo Enrico Paoli publica en 1959 Il latino maccheronico, libro básico para la comprensión lingüística del macarroneo1. En busca de adecuados criterios de edición, Paoli rechaza la para él idea preconcebida de los editores folenguianos anteriores de que el “latín macarrónico literario” sea el latín de la más absoluta libertad, en cuanto que es lenguaje desarrollado bajo la enseña del error voluntario. El macarrónico folenguiano, por contra, es un lenguaje sometido a leyes muy rigurosas (leggi rigorosissime), e incluso los prefolenguianos no están libres de cierta normatividad2. Por ello, situado en una perspectiva fundamentalmente sincrónica, se esfuerza por delimitar con precisión los rasgos diferenciales del híbrido macarrónico, incidiendo en su componente latino.

Paoli parte de la premisa de que el macarroneo pertenece a los lenguajes híbridos en los que el hibridismo es voluntario y consciente3. En el macarrónico, el hibridismo resulta una fórmula literaria producto de una convención de eruditos, lo que lo opone a creaciones espontáneas del pueblo como el jiddish y el papiamento4.

El hibridismo voluntario en general, se puede materializar de diversas formas: o por simple traspaso en periodos o frases sucesivas de una lengua a la otra, o por la alternancia en un mismo periodo de formas tomadas de lenguas distintas, o finalmente por alteración de las palabras y de las construcciones de una lengua por influjo de otra5.

Sobre la primera forma elencada, Paoli ofrece ejemplos tomados del propio Folengo, que presenta a los franceses hablando en francés, a los alemanes en alemán, a los albaneses en albanés, y a los campesinos en su propio lenguaje. Generalmente se limita a pocas palabras o a interjecciones6:

‘Nondimenum habitus, facies, parlatio linguae,
Scilicet “oy, tam bien, ma foy”, similesque parolae
Esse foresteros signant, straniamque brigatam.’
(Baldus V II 285-287)

(‘La vestimenta, empero, el porte, y la lengua que escucho,
Como “oy, tam bien, ma foy”, y semejas palabras,
Me descubren que sois forasteros y gente extranjera.’)

La mera alternancia de lenguas, de la que se dan ejemplos de autores clásicos7, no es macarrónico, si cada lengua conserva sus formas regulares. El macarroneo no se limita a yuxtaponer elementos de naturaleza lingüística diferente, sino que los funde, de tal modo que latín y vulgar interfieren continuamente entre sí. Las anomalías que se producen son resultado de un proceso que opera en dos direcciones, de resultas del cual el latín se italianiza, y el italiano se latiniza. El lector, pues, se ve ante una masa de palabras en las que no siempre acierta a distinguir donde acaba una lengua y donde empieza la otra8.

Por otro lado, el macarroneo de Folengo y sus predecesores es un producto del Humanismo, rasgo que lo opone, por añadidura, a los poemas bilingües del medievo como los carmina Burana, que presuponen la literatura latina medieval, que en la historia del tardolatín representa lo inverso de la literatura humanística. La poesía latina medieval, conservando en la superficie el lenguaje latino, acepta las leyes métricas del vulgar, como acentos, rima y ritmos. En el latín humanista, por el contrario, revive la métrica y la prosodia clásica. El macarroneo, como se ha dicho, es un híbrido basado en el error, pero, como dice Coseriu9, ningún error es sólo error, y el lenguaje de Tifi y Folengo nace de una voluntaria alteración del latín renacentista. Tanto es así, que cuando se encuentran en la obra de estos poetas versos sin contaminación de vulgar, podrían ser atribuidos, según Paoli, a cualquier poeta que estuviera en la línea de un Pontano o de un Fracastori:

Infidum arridet saepe imprudentibus aequor,
Mentiturque leves zephiros aquilone parato.
Hinc veniunt homines cupidi, quos plura videndi
Cura subit, seu forte deas in gurgite nantes,
Sive tridentiferi verrentes caerula currus.
Verum ubi subducto ventum est qua littore circum
Misceri aspiciunt coelum aequore, et aequora coelo,
En miseri avulso singultant viscere proni
Hinc atque hinc nautae, nigraque urgente vomuntur
Bile dapes, foedatque acidus Nereidas humor,
Unde indignantes venti tam audacter amicas
Commaculare suas genus hoc mortale, caducum
Atque procax, ne sic evadat crimen inultum
Concurrunt, sonituque ingenti obnixa profundo
Tergora subiiciunt pelago, totumque revellunt.
Heu stulti, quos nulla monet iactura priorum!
Tunc ea tempestas, ea tunc asperrima rerum
Debuerat facies animo spectarier ante,
Mox frustra insani vellent contingere portus’.
(Baldus V XIII 376-395)

Señala el mismo Paoli cómo ni el bilingüísmo de la poesía latina medieval ni parte de la técnica de sus predecesores10 parecían a Folengo aptas para cumplir el programa base de la macarronea, que era imitar con intención burlesca el latinus grossus de los ignorantes, y para alcanzar una íntima y genial convivencia entre elementos latinos y no latinos con el fin de llegar al máximo de expresividad. La consecución de esta fusión orgánica será el problema central de la poesía macarrónica en su expresión más depurada11.

Se deduce de todo esto que no basta el hibridismo para dar el título de macarroneo a una mezcla de palabras latinas y no latinas, sino que es necesario que los elementos heterogéneos no estén simplemente alternados o yuxtapuestos, sino fusionados, como ríos que mezclan sus aguas. De tal fusión, dice Paoli, no puede nacer más que una anomalía, un esperpento lingüístico, un error, en suma, intencional y buscado a conciencia12.

Hibridismo y error vienen, pues, a coincidir en una orgánica fusión de elementos lingüísticos. Un término folenguiano como ammazzator por “assassino” (asesino) es al mismo tiempo una forma híbrida y anormal: híbrida porque funde el tema del verbo italiano “ammazzare”, que en latín es interficere, con el sufijo latino –tor; anormal, porque en latín “assassino” se dice latro, sicarius, significando también interfector, que resulta más próximo a ammazzator, que, pese a cualquier analogía, resulta un “cuerpo extraño” al latín13.




1 Cf. U.E. PAOLI, Il latino maccheronico, le Monnier, Firenze 1959 (Bibliotechina del Saggiatore, 13). Este libro se divide en dos partes: la primera, compuesta por quince capítulos (pp.1-134) de tenor ensayístico, ofrece un recorrido lingüístico e histórico por el lenguaje macarrónico; la segunda, formada por cuatro apéndices (pp. 137-256) supone la culminación de sus estudios sobre morfología, sintaxis y prosodia y métrica macarrónica presentes fundamentalmente en una antología suya anterior de textos folenguianos (cf. T. FOLENGO, Il “Baldus” e le altre opere latine e volgari. Passi scelti e commentati da Ugo Enrico Paoli, le Monnier, Firenze 19411, 19532 (citamos por la segunda edición).
2 Cf. U. E. PAOLI, Il latino..., p. VI. Tal postura le sitúa en las antípodas del subjetivismo croceano, predominante en la crítica de su época. Ésta rechazó bien pronto la propuesta paoliana de descripción sistemática de la norma lingüística y métrica del macarroneo en nombre de la irreductible libertad creadora del autor macarrónico, de suerte que, con contadas excepciones en el terreno de la métrica (G. Bernardi Perini, M. Zaggia), la línea de investigación que representaba Paoli se extinguió con él hasta la actualidad. El rechazo de la gramática del macarroneo (e incluso de la posibilidad de su existencia) apuntada por Paoli como condición previa a la labor de edición crítica ha contribuido, según G. Bernardi Perini, al marasmo editorial folenguiano: cierta falta de "excepticismo metodológico" en Paoli no obsta para reconocer que “il suo lavoro abbia finalmente procurato le chiavi buone a decifrare le norme sostanziali della lingua di Merlin Cocai” (cf. G. BERNARDI PERINI, “Folengo edito e inedito. Situazione e prospettive”, Atti Convegno 1977, p. 78). No mucho después, Bonora atribuyó la postura irenista de Bernardi Perini a "qualche irrigidimento dovuto alla sua pratica della filologia classica" (cf. E. BONORA, "Stato attuale degli studi folenghiani", Atti convegno 1980, p. 29). Tal situación nos lleva a demorarnos en la descripción del aparato conceptual paoliano como base principal de nuestro estudio lingüístico del macarroneo español.
3 Cf. U. E. PAOLI, o.c., p. 21.
4 Cf. ib., pp. 22-23
5 Cf. ib., p. 23
6 Cf. ib., p.25
7 IVV. 6, 194-195; MART. 10, 68, 5-6; 10, 29, 3 (cf. U.E. PAOLI, o.c., p. 26).
8 Cf. ib., pp.26-27
9 Cf. E. COSERIU, “Logicismo y antilogicismo en la gramática”, Teoría..., p. 235
10 Se refiere Paoli (p.36) al no escaso empleo en los prefolenguianos de versos cuya primera parte está toda en latín, y la segunda en italiano (Tifi, v.120: “ad finem missae oculis guardate la terra”), mientras que Folengo usa este recurso sólo cuando reproduce el discurso de un personaje o hace hablar al vulgo (Baldus V VII 341: “day, day” cridabant “hay, hay, que cosa da rider”).
11 Cf. U. E. PAOLI, o.c., p. 35. Ya Bonora había señalado en 1956 (p. 38-39) la falta de una auténtica síntesis en el macarroneo de los prefolenguianos y la superioridad en este aspecto del folenguiano: “[...] l’ampiezza strutturale delle Maccheronee fin nella prima redazione, mentre per sé giustificava certe cadute e contradizioni, consentiva di sperimentare un più complicato impasto linguistico per cui il maccheronico si contraponeva insieme al latino, al volgare e allo stesso dialetto, come vero linguaggio e non più soltanto come gioco bizzarro o spiritoso” (p. 40)
12 Cf. U. E. PAOLI, o.c., p.41
13 Cf. ib., p. 42

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