Desde sus primeros balbuceos, la macarronea española se ajusta al modelo literario consagrado por Merlín Cocayo. Tal se manifiesta en la primera pieza del género en España, la epístola macarrónica del humanista Juan de Vergara, escrita en torno a 1522, donde son notables los calcos textuales folenguianos, testimonio de dependencia reverencial del modelo italiano, y el gusto por los extremismos léxicos.
También pertenece al género epistolar la siguiente macarronea conservada, aproximadamente posterior en un decenio (1533), escrita por el Dr. Diego Sánchez de Alcaudete, médico del Duque de Arcos en Marchena y autor de la obra de astronomía El coloquio del Sol (1576), al influyente Dr. D. Francisco de Vargas con motivo de pedirle que ejerciera su influencia en el Consejo Real y las Chancillerías para que el Concejo de Marchena (Sevilla) lo eliminara del padrón o censo de los pecheros o contribuyentes, pagadores del llamado “pecho”, del que estaban excluidos los hidalgos y caballeros. Sánchez recuerda las penalidades de su vida estudiantil en Salamanca (vv. 25-91); habla de sufrimientos, hambre y frío como característicos del pupilo (nombre dado al estudiante alojado en un pupilaje o casa de huéspedes regentada por un Bachiller), así como de los engaños y sisas que debe soportar (vv. 29-30: Et quot tormenta, fames frigusque pupili! / Quas tolerat sarnosa cohors sisasque dolosque! [¡Y cuántas del pupilo las penas, el hambre y el frío! / ¡Qué sisas y engaños tolera la sarnosa cuadrilla!]). Hambre y suciedad es su compañía hasta la noche (vv. 54-60), en la que son comidos por pulgas, chinches y piojos bajo sábanas sucias y viejas que se rompen a primeras de cambio (vv. 61-72):
In nocte, dum cuncta silent, dant membra soporem,
Et requiem quaeritant et reposare parumper.
Haec est prima quies miseris scholaribus aeui :
In colchonis, factis non fina sed lana pelote,
Quos de retacis pannorum ropauejerus
Implerit, recubant : pulgas chinchesque videbis
Soepius et in carne gordos mordere piojos.
Hic quebrantatus in foeda syndone iacet
Constructa ex stupa, et lota sine jabone,
Quam magis induerant costurae et mille remiendi;
Soepe solent pedes et manus concathenare,
Quam lacerant, scindens illam rimosa senectus
"De noche, mientras reina el silencio, se entregan al sueño ; / persiguen el descanso y reposar un momento. / Descansan así por fin los pobres alumnos de entonces; / en colchones, hechos no en fina lana sino en pelote, / que con unos retazos de paños el ropavejero / llenara, se recuestan; verás las pulgas y chinches / con mucha frecuencia, y morder en la carne los gordos piojos. / Cuál quebrantado yace bajo una sábana sucia, / sin jabón lavada y de estopa confeccionada, / a la que más recubrieran costuras y mil los remiendos; / acurrucar suelen pies y manos apretadamente, / y la desgarran, rota por una vejez cuarteada".
Pero el colmo de la desgracia acaece cuando se acaba el escaso dinero; entonces muchos se ven forzados a abandonar los estudios, y más de uno se ve llevado, incluso, a la desesperación y el suicidio (v. 91: Sola horca manet et desperatio sola [“sola la horca le aguarda, sola la desesperanza”]). La obra de Sánchez anticipa aquí los retratos expresionistas de pupilajes presentes en el Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán y El Buscón de Quevedo.
Visto lo visto, Sánchez considera como un mérito evidente haber podido sobrevivir, incluso fisicamente, a tales y tantas penalidades en su camino al doctorado (vv. 92-95: Ergo qui sapiens et litteratus euadit, / tales et tantos semper pasando labores, / antequam veniat ad culmen doctoramenti, / cur non immunis dicetur atque hidalgus? [ “Por tanto, el que consigue acceder al saber y la ciencia / pasando siempre tales y tan grandes fatigas / antes de llegar al premio del doctoramiento, / ¿por qué no será declarado exento de cargas e hidalgo?]). La parte autobiográfica del poema tiene como objeto mostrar a su influyente destinatario y antiguo condiscípulo la historia de un hombre que, partiendo de circunstancias desventajosas y hasta dramáticas, ha conseguido ascender en la escala académica y social, sin que le haya importado servirse para ello de artimañas picarescas (su cursus académico resulta fraudulento). En consonancia con este mismo esfuerzo de medro social no siempre lícito, el Dr. Sánchez le pide a su antiguo amigo que actúe en su favor ante instancias jurídicas superiores, recurriendo, si es preciso, a la mentira (vv. 118-120: Porrige socorrum, foedoque subtrahe pecho, / aut allegando mentiras aut veritates: / iuste vel iniuste nolo pagare padronem [“Dame socorro, quítame el peso de un pecho humillante, / ya sea alegando mentiras, ya sea alegando verdades: / con justicia o sin ella pagar el padrón no deseo”]).
Su autobiografismo sitúa a la macarronea de Sánchez dentro de la moda testifical que, como afirma Lázaro Carreter, se desarrolla en esta época en la literatura española, y de la que será exponente posterior el Lazarillo de Tormes (1554), con el que la obra de Sánchez presenta ciertas concomitancias. Junto al mismo género epistolar con la figura del preeminente corresponsal, y lejos de avergonzarse de sus cabriolas morales, tanto el real Dr. Sánchez y como el imaginario Lazarillo se muestran orgullosos del rumbo que han dado a sus vidas venciendo incontables penalidades. La macarronea del Dr. Sánchez se presenta, pues, como un curioso precedente –salvando las evidentes distancias-, de la técnica narrativa autobiográfica consagrada en la primera narración novelesca europea.
A pesar del carácter práctico del texto, éste no está exento del cuidado formal, lo que, por otra parte, no debe considerarse paradójico. El autor emplea, así, aliteraciones efectistas combinadas con anáforas donde aprovecha las posibilidades que le ofrecen ambas lenguas (v. 14: heu! Quot arroyos, quot rupes atque barrancos). De esto son prueba las alternancias de formas latinas y sus correspondientes vulgares (cf. vv. 25-26: ...expeluzatus / horresco...; vv. 81-82: ...pagate / ...persoluere...). Hay que destacar la hábil disposición de los macarronismos, que son insertados en los contextos donde alcanzan mayor fuerza evocadora, connotados casi siempre negativamente. Véase el v. 73 (quoque magis doleas, iam imminente pobreza [“y para colmo de males, ya con la pobreza a las puertas”]), construido hasta la cesura principal sobre un calco clásico (Ovidio, Metamorfósis, 3, 448) , y que se cierra con un ablativo absoluto cuyo sujeto, que ocupa frontera versal, es un expresivo macarronismo, “pobreza”, que resume y anuncia el grueso de las desgracias de los condiscípulos del joven Diego Sánchez. Estas desventuras alcanzan su culminación y cierre lapidario en el verso 91 (sola horca manet, et desperatio sola), en el que convergen figuras como el quiasmo, cuya férrea arquitectura evoca el rigor de una sentencia, la epadaniplosis (sola...sola), que incide psicológicamente en el desamparo del infortunado estudiante, y el hysteron-proteron, que, trastocando el orden cronológico de las ideas, resalta el macarronismo “horca”, más efectivo aquí sin duda a efectos de expresividad que su correspondiente latino “furca”.
Existen, por otro lado, en el poema de Sánchez rasgos del conceptismo que eclosionará en la literatura vernácula hacia finales de siglo. Véase un ejemplo de retruécano en los vv. 69-70 ([syndone] constructa ex stupa et lota sine jabone / quam magis induerant costurae et mille remiendi), donde se nos habla de una sábana que no ha recibido las marcas del jabón de sastre, sino la de las costuras y mil remiendos; de calambur (cf. v. 90: extat praecipue ‘si necius’ aut sine litteris); de derivación (cf. v. 101: ...calles et callejuelas); y ejemplos de dilogía como en los vv. 111-112 (sed potius adsunt ciciones atque modorrae, / et putridae febres costatorumque dolores [“Sino que me asisten, por el contrario, ciciones, modorras, / fiebres malignas, y dolores en el costado” –es decir, pleuritis-), en los que se juega con un doble sentido de adsunt, ‘acompañar’ y ‘asistir (como defensa)’: frente a la incomprensión del concejo al doctor sólo le ‘asisten’ una serie de enfermedades, que son el objeto de su labor; dilogía existe también en el v. 118 donde se juega con una doble acepción de pecho, ‘parte del cuerpo humano’ y ‘tributo’.
Es, finalmente, notable la ausencia total de macarronismos y de calcos folenguianos. En poco menos de diez años, si el poema de Vergara fue escrito entre 1522 y 1524, la macarronea española ha alcanzado plena independencia de su modelo italiano, y su código lingüístico, el macarroneo, es manejado con gran seguridad y conciencia de sus posibilidades expresivas. La producción macarrónica española posterior se caracterizará, en líneas generales, por la búsqueda de la perfección formal y métrica.
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