Primero el
magno Fracasso, estirpe de los gigantes,
cuya
estatura fue (en verdad no digo mentiras)
con toda
seguridad de unos brazos cuarenta1. 55
Y su cabeza
más de un staio2
tenía de gorda,
entero en su
boca abierta le habría entrado un cordero,
y ocho botas
podrían hacerse con sus orejas,
y sobre su
frente habrías podido jugar a los dados.
Vastos
hombros tuvo, y una espalda muy ancha, 60
gordas
piernazas y brazos, y un culo desmesurado.
No había en
el mundo caballo que pudiera llevarlo;
cuando
montaba, a todos dejaba como tortilla.
Cogiendo por
los cuernos un toro enorme en sus manos,
lo hacía
girar sobre su cabeza con la presteza 65
del
halconero que gira el señuelo a su ave llamando.
Panzuda y
dura celada llevaba en la cabeza,
que tanto
vino albergaba cuanto puede una brenta3.
Como
merienda su ancha boca comía un ternero,
y ochenta
panes no llenaban sus tripas del todo. 70
Sean como
queráis, bastiones y cortaduras
sus manos
zarandeaban, y todos a tierra tiraba.
Sus dedos
así arrancaban encinas de las añosas,
como
arrancar suelen ajos y puerros los campesinos.
Andaba con
tanto estrépito y tan pesado el paso, 75
que toda la
tierra se estremecía bajo sus plantas.
Tenía un
escudo más grande que el fondo de una tinaja,
y un
gigantesco bastón no menor que un mástil de barco.
Cuya
progenie venía de aquel famoso Morgante4,
que con el
badajo de una campana armado salía. 80
Imagen: el gigante Morgante.
118,60
metros según la medida del brazo mantuano.
2Unidad
de medida para áridos equivalente a unos treinta litros y también,
como aquí, el recipiente cilíndrico con sus duelas
correspondientes.
3Recipiente
de vino de 50 litros de capacidad usado en la Italia septientrional.
4Gigante
protagonista de la obra homónima de Luigi Pulci (1483).