El pequeño Baldo escapa de la banda de muchachos que lo persigue en Mantua tras descalabrar a su capitán, y da con el desgarbado esbirro Lanzarote.
Había por caso oído la historia del chico cascado
cierto esbirro de esos que a gritos asustan a todos.
A éste el populacho lo llamó Lanzarote,
pero la gente avisada lo llamó Carajote. 340
Aqueste tenía un aspecto y un cuerpo tan disparejo,
Mínima testa se alzaba sobre cargadas espaldas,
que suya no parecía, sino por alguien prestada;
tal bravuconazo, tal pelagatos y matasiete, 345
que todo malinterpreta, y a todos mal considera,
busca camorra, echa mano a su espada, y la desenvaina,
mas siempre sale perdiendo, y queda descalabrado.
Éste, pues, a Baldo sigue, y siguiéndolo grita:
"¡Al ladronzuelo coged, que no escape esa carne de horca, 350
que poco ha la cabeza le ha roto al conde Gianorso!"
La gente que al paso salía por tan furibundos denuestos
se aterrorizaba, y se esfuerzan en atrapar al chiquillo.
Cógenlo rápido, pero más rápido escapa, y al modo
se escabulló de una anguila, que a nadie agarrar es posible.
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El Lanzarote, empero, torna a seguirlo en su vuelo;
visto habrías creído un mastín tras la liebre ligera,
o mejor un borrico queriendo morder un cabrillo,
o bien un cojo buey atrapar esperando un ciervo.
Mas Baldo, ya de las puertas de la ciudad a distancia 360
de un tiro de piedra, su espadín prontamente enarbola,
sus pasos volviendo, y se avanza gallardo a aquel pataslargas.
Aquel zampabollos sobre el chiquillo vino a lanzarse,
como el enorme mastín acostumbra atacar a un perrito.
A Baldo de Orlandino3
la historia le viene a la mente, 365
envuelve su zurda en la capa, y con la diestra desnuda el
verdugo4,
y clavándole prontamente su punta en barrena
en la mitad del ombligo, le atraviesa la panza.
He visto yo a veces un chopo largo y torcido,
que poco ha con su sombra funesta el grano agostara5, 370
talar por la base, y provocar un enorme destrozo,
y hacer retumbar cayendo todas las tierras en torno.
Así vino a tierra con su imponente masa el cuerpo
aquel, nacido para hartarse de pan solamente.
Pero apenas sacó su espadita Baldo del vientre, 375
que hete que vio de lejos correr hacia él los esbirros;
dice pies para qué os quiero, y de nuevo se pira,
y por fin regresa de su madre a la casa.
1Qualis
erat quondam Mambrini alfana gigantis. Mambrino era un rey de
Asia, enemigo de Carlomagno; fue muerto por Reinaldo quien le
arrebató su yelmo encantado, luego objeto de disputa en el
Innamorato y en el Furioso (Chiesa). Es el famoso
yelmo del episodio quijotesco.
2Caballo
corpulento, alto y brioso. En la época era también epíteto de
mujer larguirucha (Chiesa).
3Contada
por el propio Folengo en su poema Orlandino,
VII, 34 (Faccioli).
4Verdugum,
et cazzans trivilatam concite puntam. El verdugo, estoque muy
delgado de origen español, es un hispanismo en el verso
folenguiano.
5Se
creía que la sombra del chopo era nociva para las cosechas
(Chiesa).
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