sábado, 28 de noviembre de 2015

FRAGMENTOS DE MI TRADUCCIÓN DE "BALDO" DE TEÓFILO FOLENGO: Encuentro con Berto Panada (2, 149-234)




El paladín Guidón y su amada Baldovina, hija del rey de Francia, se fugan de la corte, y pasan a Italia. Extenuados y hambrientos, se detienen ante la cabaña de Berto Panada, aldeano gentil (rara avis para Folengo) en las afueras de Cipada.



Viendo Guidón al sol zambullirse ya bajo el agua,
y sus carros guardar entre cañas ranisonantes1,                             150
se anima hablándose: "la vergüenza de procurarse
albergue gratis tiñe de rojo nuestras mejillas,
pero al menos la pena es menor cuando el sol se retira,
y cubre la máscara de las tinieblas esta vergüenza."
Dice así, y una cerca pasa de cañas de sorgo,                                155
que un corralillo ciñe, semejando un teatro.
De pronto un mastín al encuentro le sale "¡guau, guau!" repitiendo.
Berto cerrado había la puerta de su casita;
apenas oye ladrar a su perro, sale de casa,
y lleva en la diestra una cuchara, y la luz en la zurda,                     160
pues espumaba entonces de su cena la sopa.
"¿Queréis acaso -dice- pasar esta noche en mi casa?
Entrad aquí, os lo ruego, lo mío comparto con todos".
Así hablando, adentro los lleva, y atranca la puerta,
y dos banquetas de patas tres junto al fuego dispone,                     165
donde sentarse indica a aquellos de fuerza privados.
Habla poco entonces, porque de poco coloquio
es tiempo, cuando el huésped hambre tiene o sueño;
uno, pues, de sus dichos solía decir como sigue:
"Come cuando hambre tienes, duerme cuando bostezas,                 170
después de llenarte la panza, podrás decir lo que quieras,
después de dormir a gusto, deja que me desperece;
preceptos que los asnos pusieron en sus estatutos2".
Por tanto, Berto, cual mudo, de qué comer apareja,
porque sea lista una cena de tres personas al menos.                      175
Colgado de un bajo sofito se encontraba un cestillo
fijado al clavo de un cabio, de donde saca muy blancos
seis huevos, tres de los cuales cagara recién la gallina.
Mete en ceniza tres por beberlos apenas exuden,
tres prepara para hacer una pobre tortilla.                                      180
Luego se va y los secretos descubre de magra despensa,
que siempre vigila acechante desde un rincón apartado
la gata por mor de un barreño digno de ser relamido.
De ahí, asimismo, lisas o vairones3 algunos
toma; pececillos, las lisas y los vairones                                          185
que el Mincio engendra en torno de la villa de Mantua.
No obstante, cual de Cipada refieren los grandes anales
ni lisas Berto cogió, ni vairones Berto entonces,
sino un número de dos veces cinco gardines4,
con los que mezcla asimismo ranas con cebo cogidas.                       190
Al ver Baldovina que tantas faenas mal se podían
cumplir a la vez por Berto, si no ayuda le presta,
cortés como siempre fue, se levanta de cabe el fuego,
y enteramente gentil, no evita, haciendo melindres,
los pececitos coger, a Guidón de reojo mirando,                                195
como si sólo con un gesto quisiera decirle:
"¡Mírame aquí, que de un rey soy hija, qué cosas hago!"
Sus níveas manos ya sin guantes remangan sus blancos
y torneados brazos, coge el cuchillo, y aquellos
peces escamando, tira su porquería,                                                200
y quita la piel a las ranas como quien quita pañales.
No pudo Guidón dejar de alegrarse con una sonrisa,
viendo con cuánto ánimo una mujer nobilísima
quiere el corazón siempre alegre tener a pesar del destino.
También levantándose él de su asiento, se muestra contento,            205
todos los sinsabores dejando de gran amargura,
préparase para hacer las faenas que exige la cena.
A recoger se pone primero algunas ramitas
por dentro y por fuera que por tierra esparcidas estaban;
éstas bajo el negro culo de una marmita                                          210
rastrilla, a fin de cocer allí unas gachas grasientas;
porque tan grande fuego no arda entonces en vano,
arrima a la llama una sartén de torpe manera,
y aceite hirviendo prepara para freír el pescado.
Baldovina a su hombre mira modosa, y de todo                                215
penar aliviada, por nada a reír se pone a carcajadas
toda, con el bazo5 saliéndole casi del pecho:
observa, pues, cómo un hombre tan grande tan torpe resulte
para en sus manos usar los cacharros de la cocina;
y a éste, el humo de la chimenea, mal de su grado,                          220
y el propio fuego abrasante le obliga a llorar sus pecados.
Ora su frente, ora sus piernas, ora sus ojos su mano protege;
enjuga, de hecho, su frente que suda por tanto fuego,
protege, de hecho, sus piernas que del calor excesivo se cuecen,
estriega, de hecho, sus ojos que el humo crecido de lágrimas llena;   225
también su nariz, asaz moqueante, con un pañuelo
suena, y a maldecir la verde leña es forzado.
Ésta riendo más, de ello saca mucha alegría.
Tal risa Guidón advirtiendo, dijo estas palabras:
"tres cosas hay en el mundo, afirmaba Sócrates sabio,                     230
que al hombre ahuyentan, y lo hacen salir de su casa:
el fuego devorador, el humo, y la esposa malvada".
Baldovina al punto responde: "tú no todavía,
no todavía haber la faena acabado te pienses".







1Ranisonisque suos carros logare canellis. Se sitúa la acción en las zonas pantanosas de los lagos del Mincio, concretamente, en sus cañaverales plagados de ranas croantes (Chiesa). Ranisonis es una neoformación latina humanistica.
2El desperezarse era considerado típico de los asnos (Chiesa).
3El vairón (Leuciscus souffia) es un pez pequeño y esbelto que vive en fondos de grava en grandes bancos.
4Sed scardovellas numero bis quinque recepit. El gardín (scardinius erythrophtalmus) es un pez dulceacuícola, pequeño-mediano para ser un ciprínido. Pez recordado por Dante por sus abundantes escamas era considerado en la época de modesto valor (Chiesa).

5Las teorías antiguas sobre el bazo como sede de la risa fueron recopiladas por Laurent Joubert en su Traité du ris (1579).

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