En tanto, cansado el sol se zambulle del mar en las ondas1, 390
habiendo
dejado de su claridad impregnada a su hermana.
Prontamente,
la cena real es aparejada,
donde el
estrépito suena de mil culinarias faenas,
ábrese un
portalón humeante en los muros pringosos,
cuyas jambas
de sucia grasa sin fin goteaban. 395
Dentro
asaltan olores de asado y de cocido
a la nariz,
por quienes se excita bien el apetito.
Hay más de
cien pinches allí al mando de los cocineros;
quien trae
leña, quien la corta, quien la reparte
bajo bronces
calientes, peroles, y bajo sartenes. 400
Hay quien
degüella un cerdo, quien tira del cuello a los pollos,
quien los
destripa, al tiempo que otro los despelleja,
quien los
capones muertos despluma después del hervido,
quien las
cabezas con la piel del ternero cocina,
quien los
lechones apenas quitados del seno materno, 405
pinchados
unos a otros de las narices al culo,
ensarta y
con aguja de lardear los enlarda.
El cocinero
Gambón allí el arte glotona dirige,
dado al
estudio de la gula, y a la biblia del gusto.
Él sólo es
apto para enseñar desde cátedras doctas, 410
y dar
cualesquiera instrucciones a los mozos de la cocina,
y de vez en
cuando en la espalda llevar el rodillo
y de la
ajada la mano2
a chicos y pinches pringosos.
Hay quien a
hígados recubiertos de red de redaños
vueltas da
en crepitantes sartenes del lardo chirriante. 415
Hay quien
gelatina esparce de jengibre picante,
y quien le
añade pimienta y la exquisita canela.
Uno riega
anedones de una salsa amarilla,
y a la
manera española los cubre de tiernas lasañas;
del espetón
uno extrae faisanes admirablemente, 420
no sin antes
tocarlos por ver si están en su punto.
Cinco
piedras de molino en sus agujeros3
no dejan de
vueltas dar en giros vertiginosos:
do un gusto
hay a almendras y a salsa a la pimienta.
Parte saca
del horno un guisado de carne grasienta, 425
y le
espolvorea canela de venecianos saquitos4.
Otro extrae
de la caldera capones cocidos,
que, puestos
en el ancho fondo de grande bandeja,
rocía con
gotas de agua de rosas y azúcar molido,
y encima de
éstos les pone un hornillo5
lleno de brasas. 430
¿Mas a qué
fastidiar con tales chácharas largas?
Cena
preparan con la que poder levantar a los muertos,
y hacerlos
dejar sus tumbas con el féretro al culo.
Ilustración: Frans Snyders
1Comienza
aquí una sección que en la red. T aparecía bajo la rúbrica
descriptio convivii, y que se extendía a 87 versos. En la
red. V se veía notablemente amplificada a 123. Francisco Márquez
Villanueva consideró este episodio como "esquema sugeridor"
de los banquetes de las bodas de Camacho de la segunda parte de El
Quijote.
2Pistonemque
iadae sguataris unctisque regazzis. Acarrean la mano del mortero
(pistonem) para hacer la ajada (iadae), ahora como
entonces, salsa de pan desleído en agua, ajos machacados y sal.
3Quinque
masinantes petrae gremiique molarum. Paoli, citado por Chiesa,
recuerda que en los molinos manuales de piedra había un hueco
(gremium) en el que giraban las muelas (molae).
4Pistaque
de Venetis striccat cynamoma sachettis. Una glosa al verso
correspondiente de la red. T (quem peuero spargit Venetum
striccando sachettum), indica Sachettum uenetum. Quia
Venetiis venduntur, en referencia a Venecia como centro del
comercio de especias.
5Caricum
brasamine testum, para mantenerlos calientes.
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