La
tercera redacción de las macarroneas folenguianas apareció sin
indicación de fecha, y el colofón reflejaba un lugar de impresión
y un impresor obviamente ficticios: Cipadae
apud magistrum Aquarium Lodolam1.
El frontispicio de la príncipe, extremadamente sobrio respecto al de
la red. precedente, ofrece un nuevo título, el contenido de la obra,
que retoma en otro orden el de la red. T, y dos dísticos latinos en
los que el autor entona una palinodia por su obra anterior y el
presunto daño causado a terceros:
MACARONICORVM || POEMA. || [motivo ornamental en forma
de trébol] || Baldus. | Zanitonella. | Moschaea. | Epigrammata. ||
Tam sibi dissimilis, tamq(ue) alter habetur ab illo | Merlino, vt
primum nesciat autor opus: | causa recantandi fama est aliena,
malorum | Iudicio, haud vatis simplice morsa ioco.
Desaparecen
de esta redacción, junto con el copioso aparato de glosas, todas las
chispeantes prosas macarrónicas introductorias de las redd. P y T2,
que son sustituidas por un breve prefacio en prosa vulgar (Francesco
Folengo alli lettori),
firmado por el único laico de los hermanos Folengo, funcionario de
los Gonzaga. En este prefacio se afirma que esta nueva versión sólo
pretende responder a las críticas literarias y morales suscitadas
por las anteriores redd., pues los intereses actuales del autor, que
retoma de mala gana su obra, van por vías muy diferentes.
Finalmente, Francesco Folengo advierte de que ha recibido el texto
para imprenta en octubre de 15303.
Ya
en la parte propiamente macarrónica las nuevas versiones aparecen en
orden trastocado, precediendo ahora el Baldus
a la Zanitonella.
Tras los epigrammata
figura, bajo aparente pseudónimo4,
un postfacio en lengua vulgar (Nicolò
Costanti altramenti lo Scorrucciato agli lettori),
en la que se proclama la belleza, plurimorfismo y singularidad de la
lengua macarrónica. Bajo esta carta de Costanti y antes del
errata-corrige
final, aparece en la princeps
el severo busto clasicista de un poeta laureado, con la inscripción
MERL. COC. F.5
El
Baldus
C es fruto de una metódica reelaboración formal y narrativa. De sus
novedades estructurales y temáticas ha llamado especialmente la
atención de la crítica el desarrollo del episodio de Berto Panada
en el libro II, la biografía mítica de Merlín insertada al
comienzo del libro XXII, y los cambios en el final del libro XXV,
pasajes ambos reveladores de un cambio en la concepción del
macarroneo en las dos últimas redacciones de las macarroneas
folenguianas6.
Tras el Baldus
aparece la Zanitonella,
reducida casi a la mitad (672 vv. frente a los 1283 de la T), y
objeto de numerosos retoques formales, generalmente atentos a atenuar
los efectos más abiertamente paródicos y a incrementar el decoro
literario macarrónico7.
En su nueva versión la Moschaea
es objeto de una revisión bastante minuciosa, aunque sin alterar
sustancialmente su fisonomía general, lo que la hace la obra
macarrónica menos alterada en el paso de la red. T a la C8.
Bajo el sobrio título de Epigrammata
aparece desarrollado (32 epigramas -sin epístolas- en parte
macarrónicos y en parte latinos, ya no ligados al Baldus)
el Libellus
de la red. T9.
Las macarroneas de esta versión ostentan, en suma, una minuciosa
labor de reelaboración formal, que hace de la red. C la fase más
clasicista del macarroneo folenguiano, denominación que adquiere
sentido si se la parangona con el gusto exuberante y excéntrico de
la red. T10.
La
red. C sólo conoce una edición sucesiva a la príncipe, impresa en
Venecia por Pietro Boselli en 155511.
Su fortuna editorial es más desgraciada, si cabe, que la de las
redd. precedentes: ahogada en los siglos anteriores por el éxito de
la red. T, lo ha sido a la vez en éste por la red. V. A ello han
contribuido razones formales, como su íntima unidad con la redacción
siguiente (piénsese que los impresores póstumos de la red. V
tuvieron como antígrafo parcial un ejemplar de la red. C con
correcciones autógrafas al margen, y esas interrumpidas por la
muerte del autor, lo que llevó a Paoli a denominar a la V como
Cipadensis altera12),
y razones coyunturales, como la preferencia exclusivista por la red.
V de la crítica del siglo XX. Dentro de su volumen de Macaronee
minori Zaggia editó
la Zanitonella,
la Moschaea
y los Epigrammata de
esta redacción13.
En 1993 apareció una reproducción facsímil (Macaronicorum
Poema) del ejemplar
conservado en la Biblioteca Comunale de Mantua (177. F. 41.) a cargo
de la Associazione
Amici di Merlin Cocai,
con epílogo de Giorgio Bernardi Perini, y nota de Rodolfo Signorini.
1
Alessandro Luzio (1889) sostuvo que se publicó entre 1539 y 1540,
ya que en la red. C se celebra como aún vivo a Federigo Gonzaga (†
junio de 1540), mientras que falta el elogio entusiasta de Isabella
d'Este († febrero de 1539) presente en la red. T. Zaggia considera
esto como argumento e silentio y fija la fecha de impresión
en torno a 1535 basándose a las referencias internas a sucesos
contemporáneos, y la de composición entre 1530 y 1535. Mario
Chiesa, por el contrario, piensa que puede defenderse la datación
de Luzio precisándola antes del 21 de agosto de 1539, fecha de la
muerte de Francesco Folengo, autor del prefacio de la edición (cf.
M. CHIESA, "Dubbi intorno alla Cipadense", Atti
Convegno 1991, p. 461 n. 5). Por otra parte, la edición había
sido atribuida desde el siglo XVII a Alessandro Paganino, pero
Zaggia lo considera insostenible por razones bibliológicas y de
cronología relativa, y la asigna, mediante el análisis de ciertos
caracteres tipográficos y rasgos ornamentales, a Aurelio Pincio,
que ya había sido impresor de L'Umanità del Figliuolo di Dio
(cf. M. ZAGGIA, "Breve percorso...", pp. 94-95).
2
A. MOMIGLIANO, "Le quattro redazioni de la Zanitonella",
GSLI, v. LXXIII (1919), p. 24, señala que la supresión de
las glosas en las dos últimas redd. daba mayor unidad y seriedad a
la obra, de modo que el lector no se distraía con apéndices, que,
aunque breves y agudos, constituían otros tantos paréntesis
nocivos a la impresión fudamental. Mario Pozzi aduce razones
culturales: el triunfo entre 1525 y 1530 del riguroso clasicismo
vulgar preconizado por Bembo, condenaba, con su nuevo concepto del
decoro literario, el experimentalismo y el pluricentrismo de
experiencias literarias anteriores como la macarronea. Así, la
supresión de glosas y aparatos de autoexaltación respondía al
designio de no presentarse más como un clásico, en reconocimento
de la propia marginalidad respecto a la nueva literatura (cf. M.
POZZI, "Le quattro redazioni...", pp. 40-47). Tal vez la
supresión del cuerpo de glosas, frecuentemente burlescas, deba
ponerse en relación con la revalorización de la segunda persona
macarrónica plasmada en la fábula etiológica de Merlín Cocayo
del libro XXII (cf. infra n. 6) y en el nuevo final del
Baldus , donde se produce una identificación entre autor
real y autor ficticio.
3
El prefacio y su contenido responde a claro propósito del autor,
expuesto magistralmente por Zaggia: "La redacción Cipadense se
presenta [...] como una obra perteneciente al pasado licenciada por
un autor vuelto a intereses muy diferentes. Es evidente que se trata
de una simulación, dado que el macarrónico fue para Folengo la
pasión de toda una vida, pero es también relativamente fácil
intuir las motivaciones personales de tal simulación: para un
benedictino apenas reingresado en la Congregación debía ser
embarazoso admitir su predilección por una actividad literaria
cuanto menos jocosa, o sin más transgresiva, como la macarrónica;
era mejor hacer creer que se trataba de una ocupación del pasado,
es decir, del periodo transcurrido fuera de la Orden benedictina
(1525-1530). La responsabilidad de la publicación, seguidamente,
podía ser atribuida a un tercero, y para esto se prestaba el único
laico entre los hermanos Folengo, además protegido por Federico
Gonzaga, es decir, Francesco Folengo. Se entiende, ahora, porqué en
la edición príncipe no aparece la fecha de publicación: era
preferible dejar creer en una impresión inmediatamente posterior a
1530". Mario Chiesa, por el contrario, concede verosimilitud a
las noticias que sitúan en 1530 el final de la composición de la
red., pero la abundancia interna de referencias a hechos históricos
posteriores a 1530, difícilmente entendibles como stop-press
corrections, le hacen dudar de sus propios planteamientos en un
post scriptum (cf. ID. "Dubbi...", pp. 459-469).
4
Zaggia no duda en considerarlo como un pseudónimo folenguiano (cf.
ID. "Breve percorso...", p. 97. La carta es reproducida en
la p. 98. Nosotros lo hacemos, parcialmente aquí). Chiesa, en cambio, apunta la posibilidad de que se trate
de un personaje real, a pesar de no figurar en las listas de los
Intronati de Siena, en concordancia con Curti (come mi
pare abbia scritto Curti, cf. M. CHIESA, "Dubbi...",
pp. 468-469), quien se limita a plantear la cuestión (cf. L. CURTI,
"Vigaso Cocaio", p. 172: "Ma, ripeto, la lettera
dello Scorrucciato pone, ad un editore critico del testo
folenghiano, un problema sicuramente accesorio, che dovrà essere
risolto 'in solido' con quello della valutazione della lettera (per
alcuni, di mano dello stesso Folengo) nel corpo della redazione
Cipadense").
5
Zaggia compara esta imagen con la de la xilografía de la red. T que
representaba a Merlín con el botazzus en la mano y
alimentado por sus musas, y concluye que "la
Cipadense es un monumento clasicista que el poeta macarrónico se
edifica a sí mismo" (cf. ID. "Breve percorso...", p.
99).
6
Sobre el episodio de Berto Panada (Baldus C II 179-554 y
luego Baldus V II 131-500) y su origen en el Orlandino véase aquí. La novedosa fábula etiológica de Merlín, -en tercera persona-
que se prolonga hasta el v. 154 del mismo libro, se inicia con una
descripción del río Mincio, que tras circundar la ciudad de
Mantua, fluye separando con su curso dos tierras tradicionalmente
enfrentadas, la de Pietole y la de Cipada. Pietole se jactaba de
haber engendrado a Virgilio, lo que escarnecía a Cipada, carente de
poetas. Para remediar tal tacha el senado de ésta designa un
embajador doctorado, que embarca para Eubea, donde es acogido
solennemente. Prontamente es recibido en el Parnaso por Apolo, que
escucha su embajada: ésta consistía en pedir para Cipada un poeta
que con la fuerza de su canto supere no sólo a Virgilio sino
también a Homero, de modo que no sean dignos de limpiarle el culo
(qui nec sint digni sibi nettezare culamen). Apolo responde
que Virgilio y Homero han acaparado todo su oro, sin dejar nada a
sus seguidores, que, como Pontano, Sannazaro, Fracastoro, Vida y
Marullo no han producido más que mera alquimia, y le propone al
embajador que vaya al paradisíaco reino de las lasagnas, donde, al
igual que él mismo toca la lira y danzan en torno las Camenas, el
orondo Tifi toca la gaita acompañando la danza de sus hermanas,
pues nadie destaca aún en ese nuevo arte, de modo que puede
corresponder la macarrónica palma a Cipada. Tras un largo vagar el
embajador llega a los montes donde se atan las viñas con salchichas
y todos los árboles producen tortas y buñuelos. Allí es acogido
con agrado por Tifi y sus hermanas, que le proporcionan la receta
para conseguir un poeta tripífero (trippiferum... poetam),
que sojuzge a Virgilio y Homero. El senado y el pueblo de Cipada
eligen a un retoño de la clara estirpe de los Folengo, al que
alimentar a sus espensas para que cante con la gaita las gestas de
Cipada. Pero, milagrosamente, y de modo parejo a como se dice que un
enjambre de de abejas alimentaba con miel a Platón, así una mirla
(merla) negra cruzaba todos los días el Po llevando en su
pico el alimento para el bebé, que recibió de este hecho el nombre
de Merlín. Luego fue confiado a un docto preceptor, y tras curtirse
en la prosa y en el verso, marcha con muchos compañeros a estudiar
a Bolonia, y a escuchar las chanzas del filósofo Pietro Pomponazzi,
pero Merlín prefiere entregarse al arte macarrónica en la que
había sido introducido desde sus más tiernas uñas por su
preceptor Cocayo. Desde el v. 133 al 154 se cuenta que sus primeras
composiciones fueron la Moschaea y la Zanitonella, y
que luego empezó a componer el Baldus, cuyo protagonista, y
otros personajes del poema, le fueron inspirados por compañeros de
estudio. Tales obras -se advierte- fueron compuestas cuando Merlín
era estudiante, y "no, como brama la chusma, cuando frecuentaba
los claustros de la gente de la capucha" (...non ut zentaia
baiaffat / quando cucullatae pratigabat claustra brigatae). Aún
no había acabado el Baldus cuando un gran tumulto le obligó
a huir, y, acto seguido, cambió su modo de vida bajo una regla
-religiosa- (sub arcta lege), dejando su obra inacabada, y
dedicó sus horas a una mejor ocupación (Estos últimos versos
faltan en la última redacción, donde pasaron, transformados, a la
biografía folenguiana colocada en el prefacio de la edición,
firmada por Vigaso Cocaio, que se presenta como el preceptor del
joven Merlín. Tales datos alimentaron la llamada "leyenda
autobiográfica" folenguiana. Cf. supra. III. 1. n.2. La
etopeya pasó sin muchos más retoques a dicha redacción. Curti
reproduce en dos columnas yuxtapuestas Baldus C XXII 105-156
y el equivalente Baldus V XXII 105-134 [cf. ID. "Vigaso
Cocaio"..., pp. 134-136]).
7
Cf. ed. Zaggia, pp. 176-177.
8
Cf. ib., pp. 385-386.
9
Cf. ib., pp. 489-492.
10
Esta operación de reelaboración formal miraba, en opinión de
Zaggia, "a atenuar muchas asperezas dialectales y
extravagancias métricas, y a injertar consistentes dosis de
integérrimo latín humanista; fragmentos enteros del Baldus y
una buena mitad de los epigramas de la Cipadense discurren en un
latín ebúrneo, humanísticamente correcto. Además, por la parte
vulgar, en las elecciones gráficas, fonéticas y lexicales se
reconocen con mucha evidencia también formas inopinadamente tomadas
del lenguaje literario de base toscana (el mismo lenguaje que
Folengo había adoptado, o intentado adoptar, en las obras italianas
anteriormente publicadas)" (cf. ID. "Breve percorso...",
p. 97). Laura Goggi Carotti observaba, en el paso de la T a la C-V,
la existencia de variantes que buscan dan un ritmo más ágil al
hexámetro, el predominio de un colorido de léxico vulgar dialectal
(aunque también se dan pasos de léxico vulgar a otro más latino),
y la capacidad de organizar la sintaxis y la narración en modo más
complejo y compacto, de graduar la acción para obtener efectos de
suspensión y de tensión narrativa, de renunciar a notas y detalles
particulares que distraían la atención del lector (cf. EAD. "La
rielaborazione degli episodi della Domus Phantasiae e della Zucca
(Baldus, XXV)", Atti convegno 1977, pp. 186-208).
11
Una descripción de estas ediciones (C1 y C2)
en ed. Zaggia pp. 588-890.
12
Cf. U. E. PAOLI, Il latino..., p. 229. Tal denominación fue
recordada posteriormente (Bonora, Zaggia).
13
Zaggia empleó en su edición cuatro ejemplares de C1 -de
los doce existentes-, de cuya colación no emergieron variantes.
Curti presentaba a Mario Chiesa como futuro editor de las redd. C y
V (cf. "Vigaso Cocaio", p. 130 n. 12).
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