Menos
estudiado incluso que el elemento dialectal ha sido el vulgar toscano
localizable en el macarroneo. Difícilmente calibrable para quienes
reducen el híbrido macarrónico a un problema de oposición
estilístico-ideológica entre latín y dialecto, es prácticamente
dejado pasar in silentio, reducido a un elemento menor de
contrapunto paródico.
Sabido es
que Pietro Bembo propuso en sus Prose della volgar lingua de
1525 el toscano literario de Petrarca (para la poesía) y Boccaccio
(para la prosa) como solución, vencedora a la postre, a la ‘cuestión
de la lengua vulgar’. El hecho de que el veneciano Bembo fuera al
mismo tiempo el campeón reconocido del humanismo ciceroniano no debe
parecer contradictorio, dice Luca Curti, ya que estamos en ambos
casos ante la defensa de lenguas ‘muertas’: Petrarca y Boccaccio
constituían modelos lingüísticamente homogéneos (frente al
plurilingüísmo de Dante, que queda excluído del canon bembesco),
pero, sobre todo, “prescritos, acabados, inmodificables”1.
Esta normalización lingüística realizada sobre textos escritos
tenía graves e inmediatas consecuencias: la propia lengua florentina
(la viva, presente y futura) volvía a ser un dialecto, al igual que,
y con mayor razón, todas las demás hablas italianas,
independientemente del peso que tuvieran o hubiesen tenido.
Aparentemente,
pues, el macarroneo (un latinus grossus relleno de vulgarismos
y dialectalismos) se colocaba en una perspectiva diametralmente
opuesta a la de Bembo, tanto en cuanto latinista ‘ciceroniano’
como en cuanto normativista ‘vulgar’. Mario Pozzi ha expresado
claramente la idea del macarroneo folenguiano como fenómeno de
resistencia a la normalización toscana: Folengo, reivindicador de
todos los lenguajes en la Apologetica de la red. Toscolanense, consigue,
gracias a la extrema ductilidad de su instrumento lingüístico,
crear una auténtica “literatura latina moderna”2.
Pero estos planteamientos difícilmente pueden dar cuenta de la
producción vulgar de Folengo, y de hechos como el afán del grassus
poeta por ingresar en la Accademia degli Intronati de Siena,
donde buscaba, como dice Gianfranco Folena3,
reconocimiento a su experiencia literaria toscana. Observa Curti por
otra parte que la suerte del macarróneo quedaba ligada al resultado
de la pugna entre latín y vulgar por la primacía como lengua de uso
culto. La victoria final del vulgar literario privó de vitalidad a
la literatura macarrónica y aisló a Folengo en su propia grandeza.
Y es esta elección por un vulgar ‘alto’, ‘muerto’ y
normalizado un indicio bastante claro de que la operación
macarrónica no se realizaba contra la línea representada por Bembo:
“Indiferentes (al menos en cuanto macarrónicos) a la cuestión de
la lengua vulgar, nuestros autores se encontraban, aunque en posición
excéntrica, sobre la línea latina de Bembo: línea derrotada, pero
coherente con la que impuso, a su vez, a todos, desde el s. XVI en adelante, la imitación de la lengua trecentista de Petrarca y
Boccaccio”4.
Bruno
Migliorini ha rastreado palabras del toscano literario en las
macarróneas folenguianas, algunas de ellas delatadas por fenómenos
fonéticos extraños a los dialectos septentrionales o por glosas
explicativas5.
Más recientemente, Silvia Isella Brusamolino ha insistido en la
necesidad de prestar más atención al componente vulgar de impronta
literaria toscana, y a su función en los niveles fonéticos y
gráficos del macarróneo6.
Massimo Zaggia ha llamado, asimismo, la atención sobre la importante
presencia de un componente lingüístico toscano al menos al nivel de
las redd. C y V. Las palabras de admiración que emplea Folengo hacia
la lengua toscana y su literatura7
obligan, según Zaggia, a replantearse la posición de Folengo hacia
la línea toscanizante propuesta por Bembo en 1525 y pronto
vencedora: "una posición que no parece sin más ni más
polémica o alternativa, sino simplemente autónoma, como la de quien
se siente sustancialmente fuera de ese cauce lingüístico y
literario (el vínculo, en todo caso, es mayor con la producción en
latín). La posición de Folengo parece más bien la de un
irreductible individualista que se arroga el derecho de representar
en solitario una lengua autónoma, formada por una sabia mezcla de
latín y vulgar, este último acogido en diferentes variedades, y
principalmente en la más acreditada literariamente"8.
1
Cf. L. CURTI, o.c., p. 143
2
Cf. M. POZZI, o.c., p. 214
3
Cf. G. FOLENA, “Il linguaggio del ‘Caos’”, Atti
Convegno 1977, p. 240
4
Cf. L. CURTI, o.c., p. 167
5
Cf. B. MIGLIORINI, o.c., pp. 93-94
6
Cf. S. ISELLA BRUSAMOLINO, “Superficie grafica e strati
linguistici nel Baldus del Folengo: un esempio”, Atti Convegno
1991, pp. 195-203
7
Zaggia reproduce una carta de Folengo situada al final de la red. C
firmada con el pseudónimo de Nicolò Costanti, llamado -con apodo
típico de académico literario- 'el Avinagrado (lo
Scorrucciato)', y que reaparece retocada en la red. V atribuida
a "Vigaso Cocaio", donde se expresa en este sentido.
Transcribimos el fragmento en cuestión: "Era pur cosa
sconvenevole ch'una opera così bella, così vaga, così piacevole,
come è questa, si perdesse, e forse era maggior danno che se
anticamente si fusse perduto Vergilio, o ne' nostri tempi Dante e 'l
Petrarca; perché non altro d'haver perduto Vergilio ne seguiva che
la perdita d'un buon poeta in una lingua, la quale rimaneva in molti
altri, che ben la parlavano, e meglio vi scrivevano; così dico di
questi scrittori de la lingua thosca, la quale non è però altro
ch'una lingua sola, e da altri belli ingegni, come ogni dì si vede,
con loro scritture adornata. Ma perdersi questo (o Dio, che danno
incredibile!), si perdeva un bellissimo e ingegnosissimo autore di
molte lingue insieme, perché in questa è tessuta la latina,
intarsiata la toscana, messa a fregi quella de'macharoni; e che più,
che la francese, la spagnola, la todesca e infino a quella de'
furfanti vi può fare un fioretto e havervi il loco suo" (cf.
M. ZAGGIA, "Breve percorso attraverso le quattro redazioni
delle macaronee folenghiane", Atti Convegno 1991, p.
98).
8
Cf. M. ZAGGIA, o.c., p. 99.