sábado, 17 de diciembre de 2011

EL ORIGEN DEL TÉRMINO "MACARRONEA" (II)


Por otra parte, en el poema de Tifi se habla de una macaronea secta (v. 562ss), formada por un grupo de regalados paduanos reunidos en alegre compaña (v. 595: “Quis non hanc poterit sectam clamare felicem”), probable caricatura antifrástica de una serie de burgueses locales auténticos, entre los que se encuentra un primo del autor1. Dicho grupo no se reúne para componer poemas a base de macaroni –entre ellos hay un solo poeta-, sino para devorarlos2, y desfogar su lujuria con prostitutas de cuatro cuartos. Entre ellos destaca por su glotonería el doctor Paolo, llamado macaronaeus doctor por su afición a los macaroni y su habilidad en cocinarlos (vv. 451-465)3:

...quocumque vadit, cunctis sibilatur in urbe:
-Ad vos nunc veniet, veneti: pareciate farinam!-
Sed tercentenae prestae celeresque masarae
omnes aregatam facerent, si nocte diuque
vix macaronos, quantum magnaverit ipse
solus soletus, poterunt gratacasa tirare.
Sic macaronaeus doctor vocatur ubique
collegii doctor, doctus gratare salatum,
et macaronos doctus gratacasa tirare,
quando sunt cocti multum cognoscere doctus,
praecipue nigri fundum tocando lavezi;
doctus et ad nasum frescum cognoscere smalzum;
doctus et ad nasum benecoctum cognoscere rostum,
et bene conzatas doctus cognoscere tripas,
et macaronos super omnia facere doctus.

Parece, pues, que el título de Macaronea no pretendía hacer referencia a la elección lingüística o al género literario, sino que tenía su origen en los personajes caricaturizados, los macaronei.4 No obstante, debió muy pronto pasar a designar genéricamente las composiciones que se caracterizan por el empleo de este tipo de lenguaje híbrido de latín y dialecto. Así, en 1491 Bassano Mantovano escribe, si como parece el título es suyo, su Macharonea contra Savoynos, y ya probablemente en 1494 Fossa sentía el deber de precisar in limine a su Virgiliana: “Tu quicumque leges non dicas Macaroneam: / de macaroneis nil tractant carmina nostra”. La nueva acepción queda definitivamente sancionada por Folengo en 1521 con la definición canónica dada en el fragmento reproducido de la Apologetica de la T (v. supra). Una línea excéntrica, en opinión de Mario Chiesa5, es la seguida por el astiense Giovan Giorgio Alione, que publica en 1521 su Macarronea contra Macarroneam Bassani. Alione emplea en un sentido tautológico el término macarronea en su prólogo: “an latinaz prumerament / mettrema una macarronea”, por donde parece que para este autor no había relación obligada entre este vocablo y la lengua empleada, sino que más bien designaba una composición caracterizada por un contenido polémico y satirico, como hace pensar su uso del verbo macarronare. Probablemente le era desconocido el origen del título del poemita de Tifi, y, sirviéndose de una etimología popular, relacionaba el término macarronea con macaron, insulto corriente también en el Piamonte.

Ciertamente, en zonas del Véneto los términos macaron o gnocco, a partir de su sentido propio de plato bastante simple y en sustancia rústico, aunque gustoso y apreciado, han pasado a designar popularmente a personas de escaso y rudo ingenio6. En Folengo macaron o macaronus, tiene también el sentido de persona estúpida, aunque como señala Paoli “no verdaderamente en todos los modos en que se puede ser estúpido, que son tantos, sino en el de una obtusería torpe y ramplona, con un toquecito de ingenuidad”7. Así, se aplica el apelativo de macaron a Zambello, el lerdo hermanastro del paladín Baldo, héroe epónimo del poema Baldus:

O macaron, macaron, quae te matezza piavit!8

También aparece atestiguada la forma macaronus en este sentido:

quem, streppone, dabis, vel quem dare credis aiuttum?
non es bastevolus mihi descalzare stivallos,
et, macarone, putas me consolare parolis?9

Superando ambas acepciones, emplea una vez Folengo macaronus en el sentido de “escritor en lengua macarrónica”:

Nil mihi diversae stimmatur opinio turbae:
    sum macaronus ego, sic macaronus ero10.




1 Cf. G. PADOAN, o. c., pp. 293-294.
2 El aventurero Casanova da noticias en sus Mémoires de la existencia en Chioggia, cerca de Venecia, en 1743 de una “Académie macaronique”, formada por “fervents amateurs de macaroni” en su sentido gastronómico (cf. L. MESSEDAGLIA, o. c., pp. 510-513).
3 Cf. I. PACCAGNELLA, “Cucina e ideologia alimentare nella Venezia del Rinascimento. Appunti da fonti letterarie”, A. PERTUSI – G. ORTALLI – I. PACCAGNELLA (edd.), Civiltà della tavola dal Medio Evo al Rinascimento, Pozza, Vicenza 19831, 19842, pp. 55-58.
4 Cf. G. PADOAN, o. c. , p. 295.
5 Cf. G.G. ALIONE, Macarronea..., pp. 21-22. Una opinión totalmente distinta es la expresada por G. Padoan (o. c., p. 295), para quien macarronea tiene en Alione el mismo sentido que en la tradición paduana y en Folengo. Afirma también, en solitario que sepamos, que el término macaroneus acabó por designar al tragón y al holgazán (l´ingordo e il poltrone), sin hacer mención de la segunda acepción reconocida que veremos a continuación.
6 Cf. L. MESSEDAGLIA, o. c., pp. 177-178.
7 Cf. U. E. PAOLI, o. c., p. 3
8 Cf. Baldus V IV 285: “¡Oh, tontorrón, tontorrón, qué locura te ha dominado!”, calco virgiliano evidente (ecl. 2, 69: “A, Corydon, Corydon, quae te dementia cepit!”).
9 Cf. Zan. V 991-993: “¿Qué ayuda me darás, mal nacido, o cuál crees darme? / No resultas digno de descalzarme las botas / y ¿piensas, tontaina, que me consuelas con tus palabras?”. Sobre la referencia neotestamentaria cf. M. CHIESA, “La tradizione...”, o.c., p. 15. No citamos aquí la ed. de Luzio (que lee nonne por non es) como hace Messedaglia (o. c., p. 177), sino la modélica ed. de M. Zaggia (v. supra p. II n.5) de la Zanitonella (Zan.), Moscheide (Mosch.) y epigrammi (epigr.) en sus varias redacciones (P, T, C y V),cuando procede, es decir, todas las macarroneas de Folengo con excepción del Baldus. A partir de ahora cualquier cita de estas obras se hará por esta ed., aunque no haya sido así en la fuente, salvo que se indique expresamente.
10 Cf. Epigr. C VI 1-2: “Nada me importan de unos y otros las opiniones / soy macarrónico yo, tal macarrón quedaré”. Folengo emplea además los adjetivos macaronicus (con declinación heteróclita) y macronicus como “relativo a la poesía macarrónica” (en el Baldus aparecen además los adj. macaronaeam y macaronescam, cf. E. PARATORE, “Il maccheroneo folenghiano”, Atti Convegno 1977, p.44). Encontramos también el adv. macaronice: “según las reglas de la poesía macarrónica”, y el sustantivo macaronaea / maccaronaea como “macarronea” (v. glosario de la ed. Zaggia p. 756), junto a la variante macaronices en el Baldus T. No encontraremos tal variedad de términos en la poesía macarrónica española. A. Torres-Alcalá propone el vocablo macarronia en vez de macarronea: “Entiendo perfectamente, ut sic, que el diccionario de la Real Academia haya abrigado, junto con el adjetivo macarrónico, quoddam sustantivo que llaman macarronea, ad libitum et quia sí ad secas. Veruntamen en español existe el término macarrón [...] que todos conocemos, sobre todo los económicamente débiles, quid dat unum terminum adjetivale “macarrónico” y, en su acepción metafórico-burlesca, tendría que dar una macarroníada o una macarronia, pero no una macarronea, avis rara et extranea ad nostrum fabulare. Ergo, mientras acato y respeto macarronea para Francia e Italia, porque ellos la acuñaron, prefiero macarronia para España (o. c., p. VII)”, aunque ni él mismo lo usa en el desarrollo de su libro.


Ilustración: incipit de la Macarronea de Tifi Odassi (Venecia, ca. 1500). Edición digitalizada de la Biblioteca de Munich.

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