viernes, 4 de noviembre de 2011

UN ERROR VOLUNTARIO



Como fenómeno literario la poesía macarrónica aparece a finales del siglo XV en el norte de Italia, dentro de una tradición de consumado experimentalismo lingüístico con epicentro en Padua, obra de humanistas empeñados en una parodia del latín incorrecto y corrompido por la lengua vulgar conocido como latinus grossus, Küchenlatein (“latín de cocina”) o Kirchenlatein (“latín de iglesia”), que constituía un sermo communis o lengua común medieval de uso cotidiano en la escuela, los tribunales, y actos públicos, lengua de notarios y clérigos, revulsivo del latín humanista, y que sólo tras larga resistencia vino a sucumbir ante la lengua vulgar. U. E. Paoli en su clásico libro Il latino maccheronico (1959) señaló las analogías existentes entre el latinus grossus y el macarroneo sometiendo a examen un verso de la Macaronea de Tifi Odasi, obra liminar del género: Amazat gentes, facit tremare pilastros (“Despachurra pueblos, hace temblar las columnas”). El análisis del hexámetro lleva a la constatación de una serie de errores gramaticales respecto a la norma del latín clásico y a la evidencia de que estos errores consisten en analogías inadmisibles con la lengua vulgar. Así, podemos hablar de analogías de calco, en las que una construcción sintáctica vulgar es traducida literalmente al latín, como es el caso de facit tremare, trasunto evidente de far tremare (“hacer temblar”), allí donde la norma clásica exigiría la presencia de verbo efficio más oración de ut en subjuntivo; de analogías de morfología, como cuando el verbo vulgar tremare suplanta al latino tremere, del que deriva morfológicamente; y finalmente, de analogías de léxico, donde el "desconocimiento" del léxico latino pertinente (antae, pila) fuerza al empleo de la palabra vulgar semánticamente equivalente y superficialmente latinizada mediante una desinencia, que aumenta su efecto cómico si resulta no ser la correcta, como es el caso, ya que nos encontramos un acusativo plural masculino donde esperaríamos uno neutro si la palabra pilastro hubiera sido latinizada con el sufijo –trum o –strum, como sería de esperar. El largo camino que va de la forma clásica efficit ut ipsae antae tremant propuesta por Paoli al chirriante facit tremare pilastros es el que recorre el latinus grossus con la naturalidad propia de la ignorancia, la cual resulta del todo ajena al juego literario humanista que entendemos como poesía macarrónica, que, ciertamente, también “hace temblar las columnas”, pero que no sería lo que es si no fuera un terremoto voluntario .

Este carácter de “error” voluntario queda definitivamente subrayado por el propio Odasi cuando en unos versos (39-40) expresa su actitud ante la influyente gramática de Prisciano y el carácter de su gramatica nova (Aspicies, lector, Prisciani vulnera mille/ gramaticamque novam quam nos docuere putane: “Vas a ver, lector, de Prisciano mil las heridas / y una gramática nueva que nos enseñaron las putas”).

La próxima entrada estará dedicada a la etimología y primeros pasos del género.

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