La única obra que ha llegado hasta nosotros de
Méndez Nieto, manuscrita e inédita, es la que nos ocupa, dotada de
un largo e ilustrativo título: Discursos
mediçinales compuestos por / el Ldo
Juan Méndez Nieto que trata de las maravillosas / curas y suçesos
que Dios nro. Sor. a querido obrar por sus / manos en çinquenta años
que cura ansí en Espa- / ña como enla ysla Española y rreino de
tierra fir- / me adonde a residido lo más del tiempo. De / las
quales resulta mucha gloria y alabanças / al mismo Dios que las
obró, y no poco prouecho / a los próximos, mayormente a los que
profesan / y exerçitan el arte médica si con atención y ánimo
benéuolo fueren leídos. Escritos / en Cartagena indiana. Año de
1607 / y de la hedad del auctor 76. A gloria / y honrra de Dios
nuestro Señor / y por aprouechar a sus próximos. / Van repartidos
en tres libros. En el primero se escriue / lo sucedido en España. El
segundo trata de los su- / çesos de la isla Española. El tercero
del reino / de Tierra Firme. / Dirigido al Liscdo
Alonso Maldonado Oydor del Consejo de Yndias del rey nuestro / Señor.
El primer y segundo libro constan de 20 capítulos o ‘discursos’,
y el tercero de 40 discursos. En todos ellos se mezclan descripciones
de praxis médica con peripecias reales o fingidas. La obra concluye
con un copioso índice de materias.
El manuscrito perteneció primero al salmantino
Colegio Mayor de Cuenca, de donde pasó a la Biblioteca de Palacio de
Madrid. En 1954 fue devuelto a la Universidad de Salamanca, en cuya
Biblioteca Universitaria se conserva como manuscrito 22081.
Luis S. Granjel resume con admirable precisión
el proceso de composición de la obra y su fortuna2:
La
redacción de los Discursos
medicinales
la inició Méndez Nieto en Cartagena de Indias no en 1607, como
proclama la portada de la obra, sino en fecha algo anterior, el 23 de
noviembre de 1606, siendo, puntualiza, “las tres horas después de
media noche con mi propia mano y sin antojos”; tenía entonces
setenta y cinco años; otras fechas, que también constan en el
manuscrito, permiten seguir el curso de su redacción; el penúltimo
‘discurso’ del Libro primero lo redacta el 13 de febrero de 1607
y el primero del siguiente año inicia la redacción del ‘discurso’
21 del tercer Libro; el discurso 32 lo escribe en junio de 1608 y en
septiembre de dicho año se ocupa de redactar el ‘discurso’
treinta y seis con el que se aproxima a la conclusión del trabajo
comenzado dos años antes. La dedicatoria fue firmada el primero de
julio de 1611; en 1616, contando ya ochenta y cinco años, toma
Méndez Nieto disposiciones para que sus obras se impriman en España;
en el proyecto de edición de los Discursos
medicinales,
que no llegaría a ser realidad, intervino el impresor madrileño
Luis Sánchez, entonces residente en Sevilla, y el procurador de la
Casa de Contratación sevillana Antonio Ruiz Navarrete; Méndez
Nieto, “impedido de la vista corporal”, no pudo ya firmar el
poder que otorgó en Cartagena de Indias el 26 de junio de 1616 ante
el escribano Francisco López Nieto y a favor del solicitador
madrileño Francisco de Torres; el paso del manuscrito al salmantino
Colegio Mayor de Cuenca pudo ser, en opinión de Bataillon, por
herencia del licenciado Alonso Maldonado de Torres, a quien su autor
dedicó los Discursos.
La obra fue parcialmente editada por Jesús
Domínguez Bordona en 1935. Existe una reproducción facsímil del
manuscrito original de 19883,
publicada por la Universidad de Salamanca y la Junta de Castilla y
León; y del año siguiente es la edición introducida por Luis S.
Granjel.
El poema macarrónico de Méndez Nieto4.
Lugar y fecha de composición.
Entre los folios 9v y 10r del manuscrito original, correspondiente al
libro primero, discurso 4 se lee una macarronea en 11 dísticos
elegíacos. Se sitúa al comienzo de dicho discurso, donde narra lo
acaecido en el tiempo que estudió Leyes, obligado por su padre, ya
que la intención inicial del vástago era hacerse clérigo. Estos
estudios le resultaron particularmente fastidiosos (y, al cabo, los
abandonó por los de Medicina):
[…] tan harto y cansado del
laberinto de las Leyes que me tenía ya muy enfadado; porque, como yo
estava enseñado a Artes y Teología, que son çiençias recogidas y
que en tres o quatro libros a lo más se sabía y aprendía lo
neçessario, porque allí todo lo más y mejor se funda y prueva con
silogismos y razones concluyentes […] hazíanseme tan de mal
aquellas prolixidades y tan largos discursos, sin dar razón de la
mayor parte de todo ello, que no lo podía llevar a paçiençia y
ansí andava mui disgustoso y mohíno.
A pesar de esto, su condición de bachiller en
Artes le hacía mostrarse más hábil que otros a la hora de
argumentar, y le daba oportunidad de demostrar su ingenio, como en la
ocasión que comenta, y que estuvo en el origen de su macarronea5:
Con todo esto hazía de
legista y argumentava a los que sustentavan conclusiones con más
eficacia que los demás, que, como era artista, hazíales del çielo
çebolla, como dizen. Y era más temido que los demás, y aun en las
carnestollendas eché una duda al dotor Ruiz en versos macarrónicos,
que no fue poco reída, que para el mismo efeto y por dar gusto al
letor los quiero escrevir aquí. Y dezían desta manera:
Sigue a continuación el poema, escrito
evidentemente, en Salamanca. Éste debe fecharse, como término ante
quem, en 1552, año previo al comienzo
de sus estudios de Medicina6.
Dicho circa
1552 permite situar a esta macarronea como la tercera de las
conocidas en España, tras el poema inaugural de Juan de Vergara (ca.
1522), y la epístola macarrónica del Dr. Diego Sánchez (1533),
todas tres transidas del espíritu goliárdico universitario. Por
ende, la composición de Méndez Nieto resulta la primera conocida en
dísticos elegíacos. No ha de sorprender, por otra parte, que este
poemita de circunstancias aparezca en la futura obra del anciano
Méndez, pues cuenta él mismo que en su viaje a las Indias le
acompañaron “seis caxones de libros”7,
entre los que muy bien pudo figurar el pliego suelto que contuviera
este poema, a los que era aficionado Méndez, y de los que ofrece
otras muestras en su obra.
Estructura y contenido de la macarronea de Méndez Nieto.
Del estudio del poema considero posible apuntar la siguiente
estructura:
I. Invocación y saludo al doctor Ruiz (vv. 1-4).
II. ‘Duda’ que el autor pide al doctor Ruiz que aclare (vv.
5-22).
II. 1. Petición de resolución de la duda (vv. 5-6)
II. 2. Descripción del caso (vv. 7-20)
II. 3. Realización de la pregunta concreta que constituye la
esencia de la ‘duda’ (vv. 21-22).
Ya se ha comentado arriba, la habilidad que poseía
Méndez para argumentar, a pesar del fastidio creciente que le
producían los estudios de leyes, y la fama que había conseguido –no
sin cierto toque exhibicionista- por ello entre condiscípulos y
profesores. Tras la presentación de su poema macarrónico cuenta
otra situación similar ocurrida con otro profesor, y que le
determinó para dejar estos estudios, aunque nuestro interés en
citar aquí esta historia es ilustrar el verdadero carácter de la
macarronea de Méndez8:
Leyendo el título “De
obligationibus quae ex delictis nascuntur” don Sebastián de
Villalpando en la Instituta, llegó a un párrafo o glosa, que no me
acuerdo bien, que exemía y eçeptava de las penas de los delictos a
los furiosos, a los muchachos y a los que durmiendo cometen algún
delito. Y, salido que fue de la leçión y parado a la puerta para
satisfazer a los oyentes de lo que dudasen, llegué yo y començéle
de argumentar en latín; y buelto en romançe, porque todos lo
entiendan, fue éste el argumento:
-Si los furiosos no están
obligados a las penas de los delitos, síguese que la mayor parte de
los que cometen delito están exentos y libres de la misma
obligaçión.
-Niégolo -dixo con todo lo
demás en buen romance.
Repliqué yo en tan buen latín
como el romançe, y dixe:
-Pruévolo desta manera: la
mayor parte de los que cometen delito lo cometen con yra y enojo, y
la yra es furor, y siendo como es la yra furor, porque ansí la
definen Aristóteles con los demás filósofos, el airado no puede
dexar de ser furioso, porque “a conjugatis bene valet
consequentia”, y, por el consequente o consiguiente, todos los
ayrados serán exentos y libres de las penas de los delitos.
Dicho, pues, el argumento con
ínpetu y eficaçia, como se suelen poner, quedó atónito mi maestro
y no supo qué responder y díxome:
-Vuesa Merçed artista es.
Dixe:
-Sí señor.
Y luego bolbió desa manera:
-Respóndale el Diablo.
Y éste fue el fin y respuesta
del argumento.
El argumento de Méndez era, ciertamente, un juego de palabras con el
doble sentido de ‘furioso’ como ‘loco’ y ‘colérico’.
Algo similar ofrece Méndez en su macarronea. Tras el saludo al
doctor Ruiz, y la petición de resolución de la ‘duda’, plantea
el díscolo estudiante el caso concreto: un señor recibe de su
tierra un asno cargado de dinero y vituallas. Tras comerse éstas y
gastarse el dinero en el juego, decide, para desquitarse, jugarse
también el asno, al que pierde por ende. Pregunta, pues, Méndez en
el dístico final si el que perdió aquel asno, debe perder su
albarda junto con la tafarra (vv. 21-22: Quaeritur an et asinum
qui perdidit illum, / albardam perdat cum taffara suam). La
comicidad de la composición radica, aparte de la identificación del
jugador con un asno, en el equívoco verbal y el doble sentido. En el
Diccionario de Autoridades en el vocablo ‘albarda’, a más
de su sentido literal (“El aparéjo que ponen à las béstias de
carga, para que puedan comodamente llevarla, y sin lastimarse el lomo
[…]”), aparecen varias frases hechas como ‘bestia de albarda’
(“Phrase freqüente en las sentencias de causas criminales, quando
se condenan los reos à algun castigo afrentoso, diciendo sea
llevado, ò sacado en béstia de albarda”), ‘merece que le pongan
una albarda’ (“Phrase vulgar que se dice de aquellas personas que
execútan, ò han executado algunas cosas neciamente sin reflexión
ni discurso”), o ‘es lástima no echarle una albarda’ (“Phrase
vulgar de que se usa cuando se oye que alguno ha executado una
necedad notable, ò ha dicho alguna bobería”). Por otra parte, he
localizado la voz ‘tafarra’ en el dialecto leonés9
como “banda de cuero o cáñamo que, sujeta por unos cabos a la
albarda, rodea las ancas de la caballería e impide que el aparejo se
corra hacia delante”, y en catalán10,
además, con el sentido de “vanitat, presumpció”. Méndez
compara, así, al jugador con el asno que ha perdido, al preguntarse
si aquél debería perder asimismo su albarda y tafarra, ya que por
su necedad merece más bien conservar la albarda (como indican las
frases hechas de arriba) junto con su tafarra, figura de vanidad y
presunción.
Homenaje a la primera macarronea española.
Sorprende constatar que el verso 5 de la macarronea de Méndez Nieto
(Altissimam dudam quam nunc mea Musa tocauit) resulta un calco
textual con coincidencia de sedes metrica del primer verso de
la primera macarronea española conocida, obra del clérigo y
humanista español Juan de Vergara (1492-1557) escrita entre 1522 y
1524. Este calco se ajusta curiosamente más a la lección del
manuscrito deterior (Altissimas dudas dudum mea musa
tocauit), frente al del otro más fiable (Altissimas dubdas
dudum tua Musa tocauit) de los dos en que nos ha llegado el poema
de Vergara. Éste constituía una epístola escrita en 93 hexámetros
en respuesta, como se deduce del título de ésta (Ad dominum
Baldum Caxconinacium Macarronicae artis peritissimum in insulis
Caliphornis cognominatum, Zingar suus capellanus et picapedrerus in
responsione cuiusdam epigrammatis nuper ad se missi a praedicto
circunspecto domino), a un presunto epigrama perdido firmado,
también presuntamente, bajo la personalidad de Baldo, el célebre
héroe folenguiano, y dirigido al propio Vergara, quien escribe, a su
vez, bajo el pseudónimo de Cíngar, el inseparable y pícaro
compañero del Baldo macarrónico. En su macarronea, Vergara responde
a ciertas cuestiones planteadas por su corresponsal sobre la, en su
opinión, confusa situación de la Corte tras el episodio
revolucionario de las Comunidades de Castilla11.
Este evidente guiño a la primera de las macarroneas españolas
confirma la amplia repercusión y difusión manuscrita que tuvo el
poema de Vergara. No deja de ser, ciertamente, un afortunado golpe de
efecto tal recurso a la autoridad del naciente género macarrónico
en España, plasmado en la imitación del primer verso de su poema
inaugural. Méndez Nieto se sitúa así en la tradición de los
llamados médicos “chocarreros” deseosos de entretener y divertir
con sus chanzas y alusiones satíricas y veladas a personas y hechos
concretos12.
Tradición en la que hay que colocar, dentro de la creación
macarrónica española, a su inmediato antecesor, el Dr. Diego
Sánchez de Alcaudete con su epístola macarrónica (1533), y a un
más lejano sucesor, como es el médico Francisco López de Úbeda
con sus “versos heroicos macarrónicos”13
incluidos en su Libro de entretenimiento de la pícara Justina
(1605).
Al igual que en la epístola del Dr. Sánchez14,
hay en el poema de Méndez una ausencia total de calcos folenguianos,
lo que hace patente la plena independencia del modelo italiano, y
demuestra que el nuevo código lingüístico, el macarroneo, es
manejado con gran seguridad y conciencia de sus posibilidades
expresivas. La producción macarrónica española posterior se
caracterizará, en líneas generales, por la búsqueda de la
perfección formal y métrica.
1
Cf. la descripción bibliográfica de Teresa
Santander en Juan
Méndez Nieto, Discursos medicinales, Introducción, Luis S.
Granjel; Descripción bibliográfica, Teresa Santander;
Transcripción, Gregorio del Ser Quijano, Luis E. Rodríguez-San
Pedro (Salamanca: Universidad, 1989), pp. XXXIX-XLI.
3
Cf. Juan Méndez Nieto, Discursos medicinales, (facs.),
Universidad de Salamanca, 1988.
4
Debo la noticia de la existencia de esta
macarronea a la amabilidad del profesor D. Juan Gil, quien me puso
sobre su pista.
7
Cf. Méndez, Discursos, p. XXXIV.
8
Cf. Méndez, Discursos, pp. 18-19
9
cf. la página web “Palabreru llïones”, recopilado por Amadeo
Núñez.
10
cf. Institut d’Estudis Catalans, Diccionari de la llengua
catalana, s. u. ‘tafarra’.
11
Cf. José Miguel Domínguez Leal, ‘La influencia folenguiana en la
primera macarronea española’, Quaderni Folenghiani, 4
(2002-2003), pp. 49-65.
13
Estudiados y editados en el capítulo VI de mi tesis doctoral.
14
Sobre ésta, cf. José Miguel Domínguez Leal,
‘La poesía macarrónica en España: definiciones y ejemplos’,
Per Abbat,
2 (2007), pp. 109-110, y las entradas correspondientes a la epístola macarrónica del Dr. Diego Sánchez en este blog.
Imagen: Edición de 1989 de los Discursos medicinales de Méndez Nieto.