sábado, 25 de febrero de 2012

EL LATÍN MACARRÓNICO DE U. E. PAOLI (V): MACARRONISMO MORFOLÓGICO

A.2) macarronismo morfológico.1 En el uso de tales macarronismos, Folengo sigue muy de cerca la técnica de sus predecesores; la diferencia con ellos debe verse de un lado en el hecho de que tales formas, que dominan de un modo absoluto en los prefolenguianos, coexisten en Folengo con macarronismos de diversa índole; y por otro lado, en el hecho de que la impresión producida por el error morfológico se ve atenuada en un oído experimentado en la regularidad prosódica de las sílabas.

El procedimiento elegido, en general, es el mismo adoptado por los prefolenguianos. Consiste, de hecho, en el error gramatical voluntario:

a) en el uso erróneo del género (FOLENGO, IX 424: armas (=arma); I 24: cornae; XVII 118: cornos (=cornua); IV 118: pomos (=poma); XV 348: passu (ac. =passum); XII 338: pelagum (ac. =pelagus); TIFI, 683: saxos (=saxa))

Este uso erróneo del género se plasma también en la concordancia del sustantivo con el adjetivo (XX 225: altos pinos = altas pinos).

b) en el uso erróneo de las declinaciones (FOLENGO XXIII 130: Iuppiteris (=Iouis); XI 217: centas y centos (=centum); XX 623: totae (dat. =toti); XIII 252: quattribus (=quattuor); XII 292: grossibus (=grossis); TIFI, 31, 510: fratrorum (=fratrum); 447: vestam (=vestem)).

c) en el uso erróneo de las desinencias en la conjugación (FOLENGO, XXIV 352: redunt (=redeunt); XXIV 570: transiet (=transibit); I 4: tremat (=tremit); III 240: potebant (=poterant); I 427: trat (=trahit); I 579: exirunt (=exierunt); TIFI, 61: tremat; 665: fugire (=fugere).

d) en el uso erróneo de temas temporales (FOLENGO, XII 287: comprendivit (=comprehendit); XXII 43: gignerat (=genuerat); II 333: obstuperant (=obstupuerant); XVIII 114: tolserat (=pluscmpf. de tollo); XII 573: porxit (=porrexit).

e) en el uso activo de verbos deponentes (FOLENGO, XXII 266: godivit (=gavisus est); I 338: mirare (=mirari); I 360, XXV 351: loquebat (=loquebatur); III 505: morire; III 67: morivit; XI 202: moriat; XIII 363: moruisset (=mori; mortua est; moriatur; mortuus esset); V 301: sequebat; VII 214: sequivit (=sequebatur; secuta est).

f) en el uso erróneo de formas pasivas (FOLENGO, I 302: fitur (fit); VII 449: fiatur (=fiat); IV 11: facitur (=fit).

g) en el participio pasado de verbos intransitivos con sentido activo (XVIII 68: inde recessus).

h) en el uso personal de verbos impersonales (XIII 123: pudemus (=pudet nos))

i) en otras anomalías verbales como: XIV 13: sustollit (presente de tollo); VI 4: sat (=scit); VI 469: fare (=facere); XXII 147: saritis (=eritis).





1 Cf. U. E. PAOLI, o.c., pp. 148-151.

sábado, 18 de febrero de 2012

EL LATÍN MACARRÓNICO DE U. E. PAOLI (IV): MACARRONISMO LEXICAL

            
          Todo lo dicho, no obstante, no caracteriza plenamente el léxico macarrónico. Paoli subdivide para esto su concepto de macarronismo morfológico-lexical, en macarronismo lexical, por un lado, y macarronismo morfológico, por otro.

Como se ha expresado más arriba, las palabras que constituyen por sí mismas un elemento macarrónico pueden consistir o en el enmascaramiento latino más o menos superficial de una palabra vulgar o en un palabra latina errónea (por ej.: morivit o moruit por mortuus est). En las primeras el macarronismo tiene carácter lexical, en las segundas morfológico. Añade Paoli que en los macarronismos morfológicos el poeta procede en la dirección latino-vulgar (palabra latina que sufre la influencia del habla vulgar), y en los lexicales en sentido inverso (palabra vulgar latinizada)1.

A.1) Macarronismo lexical.2 En este grupo se incluyen tanto los macarronismos derivados de lexema vulgar pero con estructura de palabra latina (los neologismos latino-macarrónicos ya expuestos), como los enmascaramientos latinos superficiales de palabras vulgares (I 10: chitarinum “chitarrino”)3. Este simple enmascaramiento, junto con el error gramatical, representan la forma más elemental del macarroneo, en cuanto que reproduce con ánimo de burla los despropósitos del latinus grossus de los ignorantes. Para Paoli encarnan estas dos formas el aspecto más pueril del macarrónico. Con todo –añade el estudioso florentino- el enmascaramiento, y esto ya había sido comprendido por Tifi Odasi, adquiere un particular sabor de comicidad cuando la desinencia latina es aplicada a palabras que por su estructura no tienen un correspondiente formal en el latín; así, en particular, en las palabras derivadas. En latín, de hecho, las palabras derivadas se restringen, puede decirse, solamente a los diminutivos; por contra, el italiano, y más aún los dialectos italianos, hacen un uso muy lato de palabras derivadas. Por tanto, la latinización de una palabra derivada, fundiendo dos elementos de naturaleza diferente e irreconciliables, alcanza el efecto de una acertada extravagancia (TIFI, 473: librazo “libro” (literalmente “libraccio”); 414: buchetam “bocchina”; FOLENGO, I 308: cavallazzus “cavallaccio”; III 17: diavolettus “diavoletto”; I 277: pochettum “pochino”; II 194: sdegnosetta “sdegnosetta”).

Por la misma razón representan una forma más eficaz de macarroneo las palabras macarrónicas que latinizan un vocablo propio del dialecto4, sea que el dialecto aparezca sólo en una alteración de consonante o en una desfiguración debida a la pronunciación septentrional5 (TIFI, 681: brazzos “le braccia”; camisam “la camicia”; FOLENGO, I 7: scoios “scogli”; I 30: bosiam “bugia”; III 48: gradat “aggrada”), sea que se emplee un vocablo propio del dialecto (TIFI, 456: gratacasa “grattugia”; FOLENGO, XIII 406: gallone “fianco”; XVII 169: magones “stomachi”).

A los términos dialectales añade Folengo otros tomados de lenguas extranjeras6, del italiano más antiguo7, o inventados en un alarde de originalidad8. La mayor parte de las palabras de este último tipo sería incomprensible (y muchas de hecho lo son) si el poeta no hubiera asumido el papel de intérprete de sí mismo en las notas marginales que dispone en la red. T de mano de Acuario Lodola, ficticio descubridor y editor de la obra de Merlín Cocayo9.






1 Cf. U. E. PAOLI, o.c., p. 145
2 Cf. ib., pp. 145-148
3 Este sistema se complica cuando se trata de latinizar formas verbales italianas que no son el resultado de la mera evolución del latín. En estos casos, Folengo opta por conjugarlos como si existiese el correspondiente latino (por ejemplo, ammazabor ‘mi ammazzerò’; gittasset ‘avesse gitato’); solo raras veces recurre para las formas no compuestas a un simple enmascaramiento de la terminación vulgar (por ejemplo, sofriremus [XII 124] por ‘soffriremo’, en lugar del macarrónico normal sofribimus). Para otras peculiaridades del sistema morfológico verbal macarrónico cf. U. E. PAOLI, o.c., pp. 146-147 nn. 1-3
4 Cf. E. BONORA, o.c., esp. cap. II.5 ‘Trattamento del latino e del dialetto’ (pp. 72-79) y 6 ‘L’expressività cercata attraverso l’ampio registro lessicale’ (pp. 79-87). Folengo se había hecho la idea del dialecto como un vasto territorio lingüístico mal explorado y no apreciado por lo que valía. En su manejo del vocabulario representa así la más extrema posición de libertad en opinión de Bonora: “il suo fine era di allargare in maniera se non irrazionalmente infinita praticamente indefinita i confini del vocabolario, e se non fosse stato per la presenza di una fantasia geniale avvrebe sconvolto ogni regola al punto di dare nell’astruso e nell’incomprensibile” (p. 80).
5 Bonora descubre un designio cómico en Folengo consistente en imitar el habla del pueblerino ignorante que intenta volver italianas las voces del dialecto con irracionales inserciones o cambios de consonantes y con pretenciosos redoblamientos que al septentrional, que ignora el uso de las consonantes dobles, dan la ilusión de traducir en toscano o de exhibir refinamiento lingüístico: “covare” puede así dar lugar a cobasset (Baldus T VIII 240), somenzam “propaginem” (ib. XVII 121) rehace el campesino “somensa”; y son todos redoblamientos cómicamente pretenciosos smiccat (ib. XIV 239), de “smicar”, pistar, boffat (ib. XV 334) de “bofar”, soplar, biassant (ib. XVI 154) de “biasar”, etc. (cf. E. BONORA, o.c., pp. 77-78). Observa Paoli que fenómenos del macarroneo folenguiano como la simplificación de la consonante doble y la decapitación de la sílaba inicial, propios del dialecto septentrional, deben atribuirse a búsqueda de variedad cuando no hay una causa métrica que los justifique (cf. o.c., pp. 152-155).
6 Así se encuentran términos tomados del francés, del griego, del alemán, del español, del eslavo y del albanés (cf. E. BONORA, o.c., pp. 85-86 y U. E. PAOLI, o.c., p. 70).
7 Se trata de palabras arcaicas o poéticas del lenguaje literario e incluso del mantuano antiguo (cf. E. BONORA, o.c., p. 83 y U.E. PAOLI, o.c., p. 69)
8 Paoli ofrece ejemplos como coliquintida “tristeza”, disquistilare “tirar al aire”, y gregnapola “murciélago” (cf. o.c., p. 69). No obstante, Bruno Migliorini señala esta última forma como propia de la Lombardía oriental (cf. B. MIGLIORINI, “Sul linguaggio maccheronico del Folengo” Lingua d’oggi e di ieri, Sciascia, Caltanissetta-Roma 1973, artículo este aparecido ya en 1968 con el título de “Aspetti rusticani del linguaggio maccheronico del Folengo” en AA.VV. , Atti del Convegno sul tema: La poesia rusticana nel Rinascimento (Roma, 10-13 ottobre 1968), Roma 1969 (Accademia Nazionale dei Lincei, Problemi attuali di scienza e di cultura, 129). Más ejemplos de nomina ficticia en Bonora (pp. 88-90).También contribuyen a enriquecer el lenguaje macarrónico las onomatopeyas, que Folengo busca afanosamente (fricton fricton es el sonido de la guitarra, bebeum el balar de las ovejas, gnao gnao el maullido del gato, un “carmen trombisticon” forma el sonido de la trompeta [Baldus T XXII 144: “tarara ton tarara ton tarara ton taira”], etc.), contra la opinión de Quintiliano para el latín, y que le llevan incluso a la formación de nuevas palabras como tichitare (ib. II 252) que es el “percutere cum tich toch”, y su afín tichtochare (ib. XXI 539: “intus tichtochat pistatio mortariorum”) (cf. E. BONORA, o.c., pp. 43-47, 87-88; U. E. PAOLI, o.c., p. 71).
9 Estas glosas, ya presentes in nuce en la red. P, adquieren en la T el carácter de verdaderos microtextos en los que con frecuencia el poeta despliega sus dotes de socarrón en juegos de erudición ficticia y de inverosímil sutileza filológica.

sábado, 11 de febrero de 2012

POMILIONES, VARIUM POEMA, ET IANUS

He recibido, gracias a la amabilidad de Otello Fabris, presidente de la Asociación Amici di Merlin Cocai (de la que me honro en pertenecer) la última y cuidada edición facsímil costeada por dicha institución,  que data de 2011. La obra, editada por Giorgio Bernardi Perini, Otello Fabris y Roberto Stringa, reproduce un ejemplar, propiedad de éste último, reputado bibliófilo, del volumen misceláneo en prosa (los Pomiliones de Giambattista) y verso (el Varium Poema y el Ianus de Teófilo) publicado por los hermanos Folengo no antes de 1534, fecha de su reingreso en la orden benedictina, tras los tres años de vida eremítica pasados en la península de Sorrento impuestos como condición previa para la susodicha readmisión tras su abandono casi un decenio antes. Este librito tan bellamente editado cuenta, además, con el aliciente de un breve pero sustancioso epílogo a cargo de Giorgio Bernardi Perini en el que da cuenta de las circunstancias de creación de la obra, de las vicisitudes de su edición, y de las características de su contenido, así como de la sobrevivencia de los poemas folenguianos recogidos en ella en su posterior y nunca abandonada producción macarrónica.

viernes, 10 de febrero de 2012

EL LATÍN MACARRÓNICO DE U. E. PAOLI (III): MACARRONISMO MORFOLÓGICO-LEXICAL

Paoli expone dos modos de producción de macarronismos morfológico-lexicales. El modo más simple consiste en una contaminación gramatical, sea latinizando superficialmente una palabra vulgar, como en Spagnolorum “de los españoles”1, sea dando desinencia italiana a una forma latina como en tremare por tremere, o en paupera mulier por pauper mulier; el segundo, el más conspicuo para Paoli, pone en acto neologismos latinos que “podrían ser tomadas por verdaderas palabras latinas, si, a veces, bajo la solemne toga romana que el poeta ha hecho ponerse a estos extravagantes neologismos, no trasluciera su bufonesca naturaleza macarrónica”2. Son estas palabras como latramen “ladrido”, gyramen “giro”, suspiramentum “suspiro”, grandilitas “grandeza”, pigritatim “poco a poco”, sanguificare “ensangrentar”, fluctivagare “errar sobre las ondas”, que en ocasiones animan un contexto épico:

Hi tres compagni, quid sit colpire, maëstrant,
Qui sint mandritti, quae puntae, qui ve roversi.
Totum sanguificant pontum, terrentque diablos.
(Baldus V XVI 95-97)
(“Estos tres compañeros saben de golpes el arte,
saben reveses, golpes de punta y tornavirones.
Todo el mar ensangrientan, y aterrorizan diablos”)

Paoli distribuye los macarronismos morfológico-lexicales en clases según su grado de afinidad con el latín auténtico. Así, considera que, por ejemplo, pigritatim pertenece a una aristocracia distante de formas como panza “pancia” (panza) y fiaschettus “fiaschetto” (frasco)3. Esta “aristocracia” lexical es clasificada en tres tipos:

1) neoformaciones humanísticas regulares4. Son neologismos no menos regulares y lícitos que las palabras de estructura análoga que encontramos en los clásicos. Así, aparecen sustantivos como los mencionados suspiramentum5 (Baldus V VII 168, cf. PLAVT. Stich., 173: inanimentum), latramen (XXI 19, cf. LVCR. 8, 148: frustramen) y grandilitas (I 296, cf. APVL. Plat., 2, 4: disparilitas); adjetivos como denteus “dentado” (XXI 415, cf. PLAVT. Truc., 854: bliteus); diminutivos6, como furcinula (I 465, cf. PLAVT. Pers., 515: facula) de furca “horca”; adverbios como asinaliter7 “al modo de un asno” (XX 654, cf. HOR. ars 29: prodigialiter) o el citado pigritatim8(XX 575); y verbos como los citados sanguificare (XVI 97; cf. AVG. ciu. 14, 3: candificare) y fluctivagare (XVIII 220, cf. STAT. Theb., 1, 271: fluctiuagus).
Una parte extraordinariamente rica de neologismos en el léxico folenguiano está constituida por adjetivos compuestos: fraudifer “fraudulento” (XII 154, cf. OV. met. 5, 442: flammifer), echisonus “resonante” (I 254, cf. OV. met. 1, 732: luctisonus), merdipotens “mierdipotente (Júpiter)” (XX 641, cf. ENN. (en CIC. De diu., 2, 56, 116): bellipotentes sunt magis quam sapientipotentes).

2) neoformaciones latinas arbitrarias.9 De los neologismos anteriores, de los que ofrecen ejemplos todos los humanistas, se pasa a algunas formaciones arbitrarias que, sea por la anormalidad con que el sufijo se une al lexema, sea por una intención de caricatura que se descubre en su aspecto lexical, se encuentran en la línea divisoria entre latín humanístico y macarrónico, como el sustantivo citado gyramen (XIII 185), u otros como ventramen10“vientre” (I 51) o casamentum “casa” (I 42); adjetivos como splendifer11 “espléndido” (XV 356) y porcidus (XII 450; gens porcida “gente puerca”); diminutivos como fontanula “pequeña fuente” (XVII 9); adverbios como grossiliter “de modo sumario” (IX 483) y verbos como dispennare “deshojar” (XX 161).

Neoformaciones arbitrarias son también algunos comparativos como bellior (XIV 214) e infidior (IX 145); pero en general las formaciones anormales de comparativos y superlativos como, por ejemplo, primior (I 62), primius (XXII 27), contentissimus (X 95), malissima (XVII 144), si bien resultan de un lexema latino normal y un sufijo normal, y estén constituidos sin entremetimiento de elementos vulgares, deben ser considerados macarrónicos porque revelan la intención, que es la primera inspiradora del latín macarrónico, de usar formas aparentemente latinas, pero erróneas: magnior (VII 687) y magnius (XXIII 36), en lugar de maior, maius, y más aún, pessissima (XVIII 310), forma abreviada de pessimissima, son consideradas por Paoli macarronismos con el mismo derecho que monivit (III 327) y ungis (XXII 127) por monuit y unguibus.

3) neoformaciones latino-macarrónicas.12 Las palabras de este último tipo, a pesar de revelar en su lexema su naturaleza macarrónica, obtienen gracias a su sufijo la dignidad de la palabra latina. De este modo, encontraremos sustantivos como sofiamen 13“soffio” (soplo) (XIX 272), lusimentum “luce” (luz) (XXIII 182), dabenitas “probità” (honradez) (VII 681), el citado ammazzator (II 53), amorbatrix “che appesta” (XXIV 14) y grassedo “grasso” (XXII 310); adjetivos como bravosus “spavaldo” (petulante), bastabilis “sufficiente” (XXIV 511), sbercifluus “cisposo” (legañoso) (VII 181) y trippifer “panciuto” (panzudo) (XXII 103); adverbios como gaiarditer “gagliardamente” (I 362), manigolditer “da manigoldo” (al modo de un pícaro) (XIII 30) y squadratim “a squadre” (en grupos) (I 121); verbos como bagnificare “bagnare” (VIII 505), discaricare “scaricare” (descargar) (XIV 321), immantellare (XXIII 238: immatellati breviter: “con corti mantelli”), mattescere “diventar matti” (volverse locos) (I 562) y pochifacere “far poco conto di” (XVI 522).

Una formación macarrónica de especial comicidad se halla en el comparativo de un adjetivo vulgar con el sufijo –ior, que ya se encuentra en Tifi (v. 50: poltronior “più poltrone”). Folengo lo emplea abundantemente en adjetivos y adverbios: castronior “più stupido” (XII 394) y leggerius “più leggermente” (XXIV 236). Llega incluso más lejos al derivar el comparativo no de un adjetivo sino de un sustantivo, hecho que encuentra un precedente en Plauto (Poen. 991: Nullus me est hodie Poenus Poenior). Pero, como señala Paoli, el valor adjetival dado a Poenus atenúa la audacia de la construcción, mientras que Folengo extiende este uso a nombres propios14 (Ciceronior [VI 215], Sansonior [XI 21]) y, límite extremo de su originalidad, a comunes: cortellior (IX 211):

Inter cortellos non est cortellior isto!
(¡entre cuchillos ninguno es más cuchillo que aquéste!)

Los vocablos de estos tres últimos tipos representan por su singularidad y frecuencia el mayor título de originalidad del léxico folenguiano: en ellos ve Paoli la principal diferencia entre el lenguaje de Folengo y sus predecesores, en los que palabras de este tenor son extremadamente raras15.



 
1 Bonora había señalado el designio de una deformación absurda en esta operación: “Il criterio della deformazione assurda ottenuta con l’aggiunta della terminazione latina alla parola volgare o dialettale stava tra le prime regole del maccheronico, e già con spiccata tendenza a prediligere tra i suffissi latini quelli che per la gravità stessa del suono segnano più forte il distacco tra i due elementi lessicali. Un conio del tipo di culamen è, per esempio, in Tifi Odasi, anzi nella comica accezione di plurale maiestaticum (v. 632: “ferratas bracas circum culamina ponit”) (p. 53).
2 Cf. U. E. PAOLI, o.c., p.46
3 Cf. ib., p. 59
4 Cf. U. E. PAOLI, o.c., pp. 139-141. Ofrecemos de cada tipo una selección de términos significativos.
5 La amplificación cómica que sufre el lexema por obra del sufijo afecta a su significado originario, y así suspiramentum indica en Folengo algo más que un suspiro común (cf. E. BONORA, o.c., p.55-56).
6 Folengo apreciaba la gracia estilística y la vida que proporcionaban los diminutivos a sus “vocabulazzi” macarrónicos, y así los hace entrar en “costrutti di vivacissimo colore” (cf. E. BONORA, o.c., pp. 60-62). Sobre la revalorización humanística de los diminutivos cf. E. BONORA, o.c., p. 63; M. CHIESA, “La tradizione lingüística e letteraria cristiano-medievale nelle “macaronee”, Teofilo Folengo tra la cella e la piazza, Dell’Orso, Alessandria 1988, pp. 12-14).
7 Bonora señalaba que el uso del sufijo –ter en Folengo es bastante más frecuente que en latín (p. 59). Mario Chiesa lo subraya como rasgo del latín medieval (cf. M. CHIESA, o.c., pp. 11-12). Más ejemplos en Bonora (p. 59 n. 28), quien advierte de que se deforma con el sufijo –ter incluso los adverbios para los que se dan en latín una forma afín: dextriter (Baldus T IX 439), praestiter (ib. X 125), repentiter (ib. X 325), strictiter (ib. XX 401).
8 Éstas formas, más escasas, tienen un precedente inmediato en neologismos humanistas (cf. E. BONORA, o.c., p. 60 n.29).
9 Cf. U. E. PAOLI, o.c., pp. 141-143.
10 Estas formas en –amen son usadas en plural con intención retórica (cf. E. BONORA, o.c., p.54 n.22).
11 La formación de nuevos compuestos, tan bienquista a los humanistas, no sigue siempre en Folengo las pautas de una coherencia lógica, sino que muchas veces prima el placer de crear un contraste o un realce humorístico, como en el caso de esta palabra, sinónimo de splendidus. De igual modo, se llama groppiferus a un bastón no porque se lleve sobre las espaldas sino por que las golpea, por una premeditada confusión entre “fero” y “ferio” (Baldus T III 96); furcifer es el pícaro digno de la horca, no el que la lleva (ib. XVI 409); semiruisonus no tiene nada que ver con el sonido sino que es sinónimo de medio destruído, porque se trata de una “casazza ...semiruisonis circumcircata murais” (ib. XXIV 271-272). Con estas formaciones y aún incluso con otras más atrevidas, de imponente novedad como grossiloquus (ib. I 59), el adjetivo attritorigidae, referido a las glebas congeladas con el frío del invierno (ib. VII 155) y verbitrium, aplicado a la piedra filosofal porque “constans tribus ex verbis” (ib. XII 410) Folengo se aparta tanto de la tradición encarnada por Quintiliano, que no admitía en latín los compuestos formados por más de dos palabras (cf. Inst. or. I, v. 65-70), como de la tradición humanista, que evitaba crear disonancias o contrastes estridentes. Folengo desarrolla una idea de los medios y de los fines de la lengua opuesta a la de los clásicos latinos, no por una preconcebida intención caricaturesca, sino por una personal búsqueda de expresividad. (cf. E. BONORA, o.c., pp. 64-66).
12 Cf. U. E. PAOLI, o.c., pp. 143-145
13 Sobre el efecto cómico del sufijo –amen aplicado a palabras vulgares y dialectales cf. E. BONORA, o.c., p. 54 n.21
14 Existen algunos precedentes en el latín medieval (Arrigo de Settimello, De divers. Fortunae, II 7: “est Fortuna mihi serpente Neronior omni”), en el que aparecen también superlativos de nombres comunes como magistrissimus y discipulissimus (cf. U. E. PAOLI, o.c., p. 144 y M. CHIESA, o.c., p. 12).
15 Cf. U. E. PAOLI, o.c., p. 139